viernes, 15 de junio de 2012

¡Mira! Ese es don Eusebio García Luengo


 SÁBADO, 28 DE NOVIEMBRE DE 2009

José Mª Amigo Zamorano: Primer encuentro con D. Eusebio García Luengo

Haciendo memoria, ahora que estamos recordando con nostalgia (con nostalgia, pesar, dolor, afecto, cariño, ternura... todos los sentimientos entrañables que tenemos de él) la desaparición de D. Eusebio García Luengo, se nos presenta a lo vivo el primer encuentro. Era verano, claro. Solo podía ser verano, ya que era cuando acudía a Las Navas del Marqués. Hacía la una o las dos del mediodía estábamos charlando de libros y de los judíos con nuestro amigo Antonio Escudero Ríos. Y este amigo nos lo mostró. 

-Mira, ¿conoces a ese que camina por la otra acera apoyado en su cayado con la mano derecha? 

-No.

-Es el escritor Eusebio García Luengo. ¿Habías oído hablar de él?

-Me suena... ¡Ah, si!... Veía su firma en la famosa tercera página del diario ABC.

-Algún tiempo escribió en ese periódico.

-Me he acordado porque, estudiando bachillerato en Corrales del Vino, allá por mi tierra, iba los domingos a comer donde mis tíos. Mi tío Frutos Gutierrez leía ese periódico y lo tenía muchas veces encima de la mesa camilla del comedor. Y... no sé... creo vagamente que se me quedó prendido su nombre porque me resultaba un tanto extraño... No sé.

-Antes iba muy a menudo por el Café Gijón. Era un tertuliano habitual. Casi una institución. Hacía tiempo que no lo veía... Se comentó alguna vez sobre escritores que habían caído en la miseria. Y unían los nombres de Alfonso Grosso y él entre otros... A mi me impresionó un repertaje en el que se veía a Grosso andando en zapatillas, desaliñado, roto, triste... Creo que en un manicomio.

-¿Grosso?... Ese escritor sevillano, muy bueno por cierto, publicó muchas novelas y ganó varios premios... Puedo recitar de memoria el comienzzo de 'Guarnición de silla' que fue Premio de la Crítica: 'En el mar cántabro, demasiado azul prusia, demasiado irisado de sombras y...

-Ya. No sigas. Pero así es la vida. Las editoriales se llevaron la parte del león. Y a él le dejaron las sobras.

-¿Me lo presentas?

-¿A quién?

-A Eusebio García Luengo.

-¡Ah!... Bueno, pero no te lo presento. Nos presentamos nosotros a él. Te lo digo porque yo lo conozco, pero no lo he tratado nunca.

-Vale, vale.

Atravesamos la calzada y nos presentamos. Sus ojos apagados enseguida se avivaron, se abrieron luminosos para contemplarnos. La conversación corrió amena. Él hacía posible esa charla agradable, fluida. Nos interrogó finamente. Nos hizo, sin duda, un retrato. Se quedó con todos los detalles. Detalles que luego rumiaba lentamente. Para sacar sus conclusiones de las que luego, al decir de Juan Fernández Figueroa, su amigo y el que lo colocó en la revista Índice que dirigía, jamás se desdecía.
Nos dijo, a su vez, que había nacido en Puebla de Alcocer, localidad de Badajoz en la Siberia extremeña.

-Siberia. Así la conocen y así se llama. Yo siempre nombro a mi pueblo desde el principio. Mi nacencia. Siempre. No digo, como muchos, que 'soy de la parte de...' o que 'procedo del partido judicial de...'. Como si se avergonzaran por decir que nacieron en un pueblo. Lo he observado muchas veces. Sin ir más lejos, en la calle Ibiza, de Madrid, donde vivo, hay un bar cuyo dueño dice que es de Guadalajara. Pues no, ¡mentira! es de un pueblo de Guadalajara. Yo no soy de Badajoz, no señor, soy de Puebla de Alcocer.

-¿Y va muy a menudo?

-Me preguntas que si he ido a menudo... Nunca he ido a menudo. Pero si con frecuencia. Ahora, ya llevo varios años sin ir.

-Y le gustaría.

-Si. Aunque a mis años (nadie tiene tantos años como yo) temo por el choque emocional... Además, apenas me quedan parientes... Y usted, don Antonio Escudero Ríos, dice que es de la Serena, pero ¿en qué pueblo nació usted? Si no es una indiscreción preguntárselo...

Y así fue, más o menos,el primer encuentro con D. Eusebio García Luengo.
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Y para terminar, ya que estamos releyendo Anábasis de Sain-John Perse, transcribiremos el final del primer poema, en la traducción de Enrique Moreno Castillo:

"... Con un vestido puro entre vosotros. Durante un año aún entre vosotros. '¡Mi gloria está sobre los mares, mi fuerza está entre vosotros!

Prometida a nuestros destinos esa brisa de otras orillas y, llevando más lejos las semillas del tiempo, el resplandor de un siglo en su cima sobre el astil de las balanzas...'.

¡Matemáticas suspendidas en los témpanos de la sal! ¡En el punto sensible de mi frente donde se establece el poema, inscribo este canto de todo un pueblo, el más ebrio,
llevando a nuestros astilleros quillas inmortales."

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