viernes, 15 de junio de 2012

José Mª Amigo Zamorano: No tengo respuesta


JUEVES, 8 DE OCTUBRE DE 2009

No sabemos el por qué de este escrito estando, como estamos, con bronquitis; desde luego no parece el mejor momento, el más apropiado de escribir sobre la felicidad: te silban o cuecen los pulmones, toses continuamente y la garganta parece que arde.

Quizás el momento más propicio, para preguntarse por la felicidad, sería esa hora en que se anuncia el alba. Hora en que todo está sereno y los ojos se abren, extendiéndose hacia el horizonte, hasta un paisaje parecido al paraíso. Por supuesto en primavera.

Surge aquí, ya, el acicate que nos impulsa hacia la esencia de la felicidad: ¿Es la felicidad ausencia de dolor?... ¿O un instante de belleza que la naturaleza nos trasmite?...

En ambos casos se presupone que es la felicidad de una persona. Sola. Ante si. O ante un paisaje.

De esa manera se aparta todo lo que está fuera del que piensa en la felicidad. Es el puro yo. El ego. El individuo. Ya lo dice el refrán: 'la caridad bien entendida empieza por uno mismo'.

No aparece el ser social. Para nada. 

Y así, desde esa abstracción, se puede definir la felicidad como el pensante quiera.

Pero una vez salido de su ser, cuando el cuerpo se ha curado, los pulmones no silban dolorosos, la tos se ha extinguido, la garganta no nos arde; una vez que eso ha pasado, como ha pasado el alba que llevaba a los ojos ese hermosísimo paisaje, donde la serenidad y pureza del aire nos transportó al edén, el individuo, la persona, el yo, el ego, se tiene que hundir en la vida de relación social.

Entonces comprendemos que esos instantes de dolor, o de admiración de la belleza, no nos sirven. 

Es otro mundo al que los sentidos se abren: Los ojos se ven lacerados por miles de injusticias; los oídos se lastiman con palabras brutales y con llantos; el olfato soporta, a duras penas, olores nauseabundos; el gusto recibe el sabor de las uvas amargas; y, el tacto, el doloroso arañazo de las zarzas.

Una vez latigados nuestros sentidos, ¿cómo hallar la felicidad?

Difícil de contestar esa pregunta. 

Pero habrá que hacerlo: nos suponemos que esa felicidad se encuentra enfrentándose a los enemigos. En unión, claro está, con otros que piensen como nosotros, es decir que, para gozar de la vida, hay que combatir a los que la afean: los explotadores, y otras gentes de mal vivir, por ejemplo.

Uno puede ser feliz en el dolor porque sabe quien es y a donde va su canto.

De la misma manera puede ser infeliz contemplando un hermoso paisaje, porque intuye un cadaver entre la floresta y no ha pensado nunca en buscar al asesino.

Y, según todo lo anterior, aun nos preguntamos:

-¿Qué es la felicidad?

Para terminar respondiendo así:

-Esa si que es una buena pregunta.

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