jueves, 10 de diciembre de 2009

Bartolomé Melia: YO, INDIO GUAYAKI, ACUSO A LOS HOMBRES VESTIDOS 9/10

(Poema de un antropólogo paraguayo denunciando un genocidio)

Yo, indio guayaki, acuso a los hombres vestidos

9

-porque pretenden que deje de ser lo que soy;
-porque me quieren asimilar y no sé a qué me quieren asimilar;
-porque intentan hacerme entrar, sí, en la civilización, pero por la puerta de la servidumbre y del peonaje;
-porque nuestros hijos pronto habrán olvidado nuestra lengua, nuestras costumbres y nuestra religión, y hasta se avergonzarán de sus padres;
-porque no hay nadie que nos enseñe a tener valor para saber usar de nuestra justicia;
-porque no hay nadie que nos haga entender nuestra libertad, y esto era, sin embargo, lo que quería se enseñara a los indios el Beato Roque González de Santa Cruz, bajo cuya protección está, o estaba, dicen, nuestra colonia o reducción.

10

Yo, indio guayaki,quiero que los hombres vestidos escuchen mi canto:

Aché ka'á ri bái lyvö tarä
Aché ka'á ri bái lyvö mbeté ma ri
Aché ka'á ri kwaré pachó
Aché ka'á ri kwaré pachó beté ma ri
Aché, Aché beté ma ri, bo o o...

Los Guayakí flechaban muchos animales en la selva
Los Guayakí ya no flechan animales en la selva
Los Guayakí golpeban al oso hormiguero en la selva
Los Guayakí ya no golpean al oso hormiguero en la selva
Los Guayakí, sí los Guayakí ya dejaron de ser guayakí,
¡ay, ay de mí!

*
FIN
__________
Poesía Libre. Revista de Poesía. Ministerio de Cultura, Managua (Nicaragua) Año V. Número 14, marzo de 1985.


Responsable: Julio Valle-Castillo

Consejo Editorial:
Carlos Calero (Monimbó); Juan Ramón Falcón (Condega); Marvin Ríos (Niquinohomo); Cony Pacheco (Subtiava); Gonzalo Martínez (Bluefields); Gerardo Gadea (Ejército Popular Sandinista

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Bartolomé Melia: YO, INDIO GUAYAKI, ACUSO A LOS HOMBRES VESTIDOS 7/8

(Poema de un antropólogo paraguayo denunciando un genocidio)

Yo, indio guayaki, acuso a los hombres vestidos

7

-porque mirando sus intereses, y no mi modo de ser, me fuerzan a ser agricultor, y pronto;
-porque nos obligan a quedar asentados en un mismo lugar, sin casi salir de él;
-porque carne, a la que estábamos acostumbrados, comemos muy poca, y tenemos que comer mandioca y maíz, a lo que no estábamos ahora acostumbrados;
-porque sabiendo, o debiendo saber, que cuando estamos concentrados estamos expuestos a fatales epidemias de gripe, siguen empeñados en concentrarnos;
-porque no nos dejan salir del campamento, ya que nuestras flechas y arcos nos han sido arrebatadas y se encuentran encerradas en casa de nuestro 'papá' paraguayo.



Yo, indio guayaki, acuso a los hombres vestidos

8

-porque me han anulado mis medios normales de vida, y ahora me hacen la 'caridad' como a un pobre;
-porque se han adueñado absolutamente de todo el territorio, y yo soy señor, señor de las tierras, y todavía no he hecho trato de venta o de cesión en favor de nadie, y menos de los nuevos colonialistas;
-porque me quieren dar algo, como se le da a un mendigo, pero no piensan siquiera en devolvernos lo que es mío.

seguirá-----

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Poesía Libre. Revista de Poesía. Ministerio de Cultura, Managua (Nicaragua) Año V. Número 14, marzo de 1985.

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martes, 8 de diciembre de 2009

Bartolomé Melia: YO, INDIO GUAYAKI, ACUSO A LOS HOMBRES VESTIDOS (5/6)

(Poema de un antropólogo paraguayo denunciando un genocidio)

5

Yo, indio guayaki, acuso a los hombres vestidos

-porque son 'civilizados' y no pueden detener la 'civilización' de los usurpadores y de los cazadores criminales;
-porque sus 'científicos' nos estudian y sus 'políticos' nos explotan y sus 'periodistas' nos propagandean, y nosotros morimos física y culturalmente.

6

Yo, indio guayaki, acuso a los hombres vestidos
-porque me han hecho creer que sin vestido carezco de protección legal;
-porque me visten con vestidos que ellos tendrían vergüenza de vestir para irse a bañar al río;
-porque me desvisten, una vez vestido;
-porque me miran mi sana desnudez con la mirada perversa del hombre vestido;
-porque han publicado fotos mías en las que aparezco en la actitud de un homosexual -sin arco y con un cesto pendiente de la cabeza-,
como sólo se presentan las mujeres.

seguirá----

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lunes, 7 de diciembre de 2009

Bartolomé Melia: YO, INDIO GUAYAKI, ACUSO A LOS HOMBRES VESTIDOS (3/4)

(Poema de un antropólogo paraguayo denunciando un genocidio)



3


Yo, indio guayaki, acuso a los hombres vestidos

-porque, con solos papeles, han robado las tierras, de donde solíamos andar;
-porque con sus fusiles han destruido definitivamente para nosotros
-y también para ellos- los animales del monte de que solíamos alimentarnos;
-porque han introducido en nuestras tierras unos animales que llaman vacas, que los hombre vestidos dicen que son sólo suyos, mientras los tapires, los coatíes y los chanchos silvestres son, dicen, no sólo nuestros;
-porque nos han perseguido como perros y nos han atacado con fusiles, cuando, hambrienttos en invierno, hemos llevado y comido algunos de estos animales nuevos en nuestras tietrras, que son las vacas o algún caballo;
porque los hombres vestidos se llevan los palmitos, sin comérselos.



4



Yo, indio guayaki, acuso a los hombres vestidos

-porque nos cercan y acorralan con la 'civilización' -y esto quiere decir que nos acorralan y cercan con cazadores que destruyen la caza, con obrajeros que abaten los áboles para siempre y con colonos miserables;
-porque están dispuestos a civilizarnos, sea como sea, y para ello nos han hecho imposible la vida de la selva;
-porque, para protegernos, nos han creado una reserva en la cual estamos encerrados, para que asi los nuevos propietarios, los cazadores, los palmiteros, los obrajeros, los colonos no tengan ocasión de matarnos (y esto es meter en la cárcel al inocente para que el malhechor siga vagando por donde quiera);
-porque se dice que somos menos de los que somos, lo cual facilitará la eliminación de los 'rebeldes' que no se acojan pronto a la cárcel de la civilización:
-porque unos hombres vestidos instrumentalizan la amenaza de muerte física que pesa sobre nosotros como chantaje para que otros hombres vestidos no denuncien esta situación y se contenten con soluciones 'caritativas', aunque no justas.

Seguirá----
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viernes, 4 de diciembre de 2009

Bartolomé Melia: YO, INDIO GUAYAKI, ACUSO A LOS HOMBRES VESTIDOS 1/2

(Poema de un antropólogo paraguayo denunciando un genocidio)


1 (*)



Yo, indio guayaki, acuso a los hombres vestidos

-porque me han considerado y me siguen considerando como un animal del monte;
-porque han difundido entre ellos mismos que soy indio feroz y ladrón y traidor;
-porque nos atribuyen crímenes que ellos han cometido con sus semejantes.



2



Yo, indio guayaki, acuso a los hombres vestidos

-porque, por diversión o para alejarnos de nuestros montes, nos han seguido durante días y noches hasta rodearnos, acosarnos y abatirnos a balazos;
-porque han asesinado a nuestras mujeres para arrancarles de los brazos a sus hijos;
-porque a nuestros hijos los han vendido por menos de lo que vale un novillo;
-porque justifican estos raptos de menores como un bien para esos mismos niños, que así se incorporan, dicen, a la 'civilización';
-porque estos niños, al crecer, vienen a ser esclavos de sus amos que tienen la desfachatez de llamarlos 'hijos';
-porque los hombres vestidos tienen leyes para todo, nunca han hecho una ley que permita examinar estos casos de rapto de menores, venta de personas y esclavitud subsiguiente.

Seguirá------

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Poesía Libre. Revista de Poesía. Ministerio de Cultura, Managua (Nicaragua) Año V. Número 14, marzo de 1985.

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(*) La división numérica es nuestra

viernes, 27 de noviembre de 2009

Nazim Hikmet: Para Vera Hikmet

Nazim Hikmet: Para Vera Hikmet

*
Vuelo sobre las llanuras ucranianas cubiertas de nieve.
Después de muchos años, es el primer viaje aéreo que hago sin ti.
He buscado tu mano al despegar.

La costumbre.
La volveré a buscar cuando aterrizemos.
Anteanoche, hacía mis maleas.
Tenías los hombros tristes.
Quizás no lo estuvieran y me lo pareciese
porque querría que estuvieran tristes.

Desperté esta mañama a la luz de la nieve.
Moscú estaba dormido. Tú dormías.
Tus cabellos amarillos de paja, tus pestañas azules,
tu blanco cuello alargado, redondo,
y la tristeza en tus gruesos labios rojos.

Quizás no sea así y a mí me lo parezca
porque deseo que estén tristes.


*

Poesía Libre. Revista de Poesía. Ministerio de Cultura, Managua (Nicaragua) Años IV. Número 10, enero de 1984.

Responsable: Julio Valle-Castillo

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viernes, 6 de noviembre de 2009

David González en Caminar Conociendo

Tomado de:


3 de junio de 2003
David González, el demonio que nos come las orejas
David Franco Monthiel - dabolico@hotmail.com
Cádiz Rebelde

El morboso gusto burgués por las zonas de sombra donde habitan leprosos, locos, vagabundos y delincuentes se coagula en ese rapto “excéntrico” de la idealización romántica de los márgenes de la sociedad neoliberalista. Las sociedades se protegen a sí mismas; la cultura reproduce semejantes. Por tanto lo extraño, lo extemporáneo ha tendido a ser neutralizado. No obstante, desde hace unos años el pobre, el loco, el delincuente, ese bulto de hombre, ha sido considerado un problema que a veces había que ocultar en las periferias; ahora es una de las justificaciones para la existencia de ONGs como facciones de esa guerra justa que en el plano simbólico reclama el Imperio. David González sabe de la periferia, de la ley de vida y nos invita a dejar la casa y el sillón y salir a la calle a mirar, a gritar, a vivir desde el otro lado de la comodidad.

I. Cuadernos de la cárcel

Sobreviví /tres años / en tres cárceles. / En cierto modo / las echo de menos / en su interior / aprendí a soñar.

En las cartas que escribió a Julia Schucht durante su estancia en prisión, Gramsci describió el ambiente carcelario, sus rutinas, sus privaciones, sus necesidades, como “ese complejo enorme de cosas que se suceden mecánicamente, día tras días, mes tras mes, año tras años, siempre iguales, siempre con el mismo ritmo, como los granitos de arena de una clepsidra gigantesca”. La literatura ha estado plagada de escritores que se han forjado en un chabolo, rellenado las perpetuas horas encerrado con libros y teniendo como única copia manuscrita la pared desnuda de la celda. Podemos nombrar a Cervantes en Sevilla, donde conoció a Mateo Alemán, a Genet, sus condenas por robo y el apoyo de Sartre en su liberación, a Wilde en Reading, a Vallejo en Trujillo , a Miguel Hernández en Alicante.

David González entró en la cárcel en 1984. La condena es de cinco años, nueve meses y once días. Como podía haberle sucedido a cualquiera de nosotros o a alguno de nuestro barrio, las cosas se fueron torciendo y acabaron con un atraco a mano armada. Es fácil que los que nunca se vieron en una situación así (aquellos que existen en otros mundos, pero dentro de éste) no comprendan el pálpito de rabia que en la barriada recorre sus soportales, los porches como una galería de pintadas, de caladas ásperas al aire, la milla verde que algunos días caminamos, la memoria todos los que se quedan en el camino, y el cinismo ante los que siguen adelante olvidando de donde vienen, escupiendo al espejo.
Nos pillaron con un coche robado Nos cercaron / Nos mandaron bajarnos del buga / Y a apoyar las manos en la parte de atrás / Del maletero del coche / Para cachearnos / Esposarnos / Llevarnos a comisaría

Los días del barrio acaban en una celda, un chabolo donde aprenderá a soñar, donde leerá, donde se forjará una cosmovisión que salpicará a toda su obra. Un testimonio de la experiencia carcelaria, una versificación de la jaula que a pesar de su carácter descarnado, directo, con palabras que son puñaladas de una cuchara que ha ido mutando en afilado cuchillo con la paciencia del presidio.

escúcheme señora, yo, / lo único que puedo garantizarle / es que su hijo ha entrado / vivo aquí; ahora bien, / lo que ya no sé, / lo que ya no puedo / garantizarle, / es cómo va a salir.

David descubre su vocación de escritor y rechazó el cuento de la reinserción de las que hablan los ministros con los arrepentidos y chivatos. Tres años después David González camina con una bolsa de deportes al hombro y atraviesa la verja de la cárcel. Un trabajo en una empresa metalúrgica le espera. Eso sí, los poemas también.


“De dónde viene la cárcel? Yo respondería: "Un poco de todas partes". Es indudable que existió invención; pero invención de toda una técnica de vigilancia, de control, de identificación de los individuos, de clasificación de sus gestos, de su actividad, de su eficacia, Y eso desde los siglos XVI y XVII, en los colegios, las escuelas, los hospitales, los talleres. Una tecnología del poder fino y cotidiano, del poder sobre los cuerpos. La cárcel es el último símbolo de esta edad de las disciplinas.” (Foucault)


II. El lado enfermo


Escribía Raymond Carver unos meses antes de morir: “utiliza las cosas que te rodean./ esta ligera lluvia/ del otro lado de la ventana, por ejemplo. /estos pies en el sofá./ el débil sonido del rock-and-roll,/ el Ferrari rojo en el interior de mi cabeza. / La mujer que anda a trompicones/ borracha por la cocina.../ coge todo eso, / utilízalo. La violencia simbólica sufrida se coagula en David en una cosmovisión de barriada, de superviviente que afila sus palabras. Su vida es su literatura.


El regreso al barrio está marcado por la desolación y ese apetito satisfecho de destruirse de muchos que habían compartido con David las calles. Algunos andan con sus cicatrices, otros malviven.


Le pregunto a uno del barrio, un antiguo colega, / Que si sabe algo de Begoña / Que si sabe qué ha sido de su vida


Diez años después de su salida de la cárcel a David le diagnostican diabetes insulinodependiente, una enfermedad que si no cuida puede llevarle a una dulce muerte. Abandona el trabajo y decide dedicarse por entero a la poesía.

“para ser poeta hay que quemar las naves, dedicarse sólo a escribir, hay que mojarse. Cuando uno tiene otro trabajo para asegurarse los garbanzos, arriesga poco. Si te asusta no comer un día, es mejor que dejes la poesía”.

En una pequeña editorial de Ayamonte, publica “El demonio te coma las orejas” con una escasa tirada. “Escribo una poesía autobiográfica, realista, narrativa y comprometida socialmente, sin rima ni métrica, pero con ritmo, mi propio ritmo vital... En realidad, escribo por dos razones: para limpiarme por dentro y porque no tengo a nadie con quién hablar”.

David se convierte en un escritor que sigue a Mohamed Chukri cuando afirma que "Nuestra revancha será vencer con la creatividad los malos tiempos que nos hicieron vivir". Algunos poemas suyos se reproducen en revistas, en fanzines y ya existe alguien que en sus inicios lo vio como un rimbaud callejero, de barrio, con el fonema acechante, con el isosilabismo de unos puños endurecidos en peleas jaleadas por niños que saben de la vida tanto como sus futuros derrumbados. Un ángel con cadenas y pitones de moto con la rotaflex del verso que chirría en la página y suelta un chispazo que se nos mete en el corazón.

Con el curso de los años, los recitales, los encuentros con otros poetas (esos rincones de conciencia que son Huelva, Poesía en resistencia), la bibliografía de David acaba siendo una antología autobiográfica que no ha crecido bajo la larga sombra de José Luis García Martín y se ha mantenido fiel a su estilo: rechazo a los adornos y la narratividad. Los poemas son piezas del rompecabezas de su vida. Indaga en la naturaleza humana, en lo mejor y en lo peor del hombre y rechaza la moralina barata de un juicio. Que cada uno saque su conclusión.

Es incluido en las antologías poéticas: Gijón Express, (colección Máquina de sueños, Ateneo Obrero de Gijón), Feroces, DVD ediciones, En “Voces del extremo”, “En Poesía Espanhola anos 90”, en “Quinta del 63”. Colabora habitualmente con Lunula, Caminar conociendo (Las Navas del Marqués - Avila), Fábula, La hamaca de lona y en los fanzines Vinalia Trippers, Material de deshecho y Monográfico. Dirige la colección Zigurat del Ateneo Obrero de Gijón. Su poemario El demonio te coma las orejas ha sido traducido al alemán. Dass dir der teufel die ohren auffrisst, Ediciones Ropynol, Bruderweg, Siegen, Germany, 2000.

Su último libro, “La carretera Roja” parte de un verso de Rimbaud "sigue la carretera roja y te conduce a la posada vacía" un poemario con viejos y nuevos textos, desde el poema Rebaño que fue recogido en la antología Gijón Exprés en 1995 hasta La tristeza de los lápices, con el cual ganó este año V Premio Blas de Otero. En breve publicará El hombre de las suelas de viento, en la editorial Germanía.


III. La poesía de la conciencia, el realismo sucio y las etiquetas.


Los críticos etiquetan la producción poética de David González como “realismo sucio”, corriente, categoría o lacito que también amarra a Roger Wolfe, Violeta C, Rangel y Karmelo C.Iribarren. Argumentan que el testimonio descarnado de la sordidez consiste en una focalización de la mirada en el mundo periférico, en la radicalidad biográfica y en la configuración de un sujeto urbano conflictivo.
Como han demostrado los activistas Fluxus, neonistas y demás pirados del arte de vanguardia del siglo pasado con experiencias de nombres y artistas pop abiertos como Monty Cantsin, buena parte del éxito, de los premios nacionales, de los reconocimientos y demás migas del pastel del mercado de la cultura radica en ese locus llamado “estar en el sitio adecuado” y la ayuda de conocer a la gente apropiada. La ¿calidad poética? Los ¿aportes a la cultura? El amiguismo, como bien saben muchos de los beneficiados en el ejercito de salvación de los trepas y demás ralea, puede resolverte la vida en unas oposiciones, en un examen de ingreso o incluso en la concesión de un premio dotado económicamente. Y por supuesto convertirte un poeta imprescindible con un lugar en las negritas de los libros de texto y en las antologías.

La arqueología y la escuela de la sospecha deben aportarnos datos reveladores para conocer a los insignes, a los nombrados, a los que salen en todas partes, a los intocables.

David González entronca con la larga tradición de la poesía del excluido, del tachado en la lista del bienestar, que se reconoce como tal y muestra con un orgullo forjado en tanto pisotones y desplantes su condición. El lumpenpoeta, como otros lumpenintelectuales de la talla de Chuk D, Los Marea, Robe y demás, nunca serán considerados por la intelligentsia como vates aspirantes a glosar a Virgilio o a Horacio por el matiz aristocrático que se le da a la condición social de versificador. El lumpenpoeta es gente como nosotros, que hablan de su vida marcada, golpeada, desde el sujeto que apenas si coincide con ese modelo pintado en sangre con el que cada día nos hacen compararnos. Y son las calles las que forjan a los voceros del gentío anónimo que pierde su aliento en castings, en cáterings y demás empleo temporal.

Oficialmente David González se incluye en eso que los poetas de Huelva que se reúnen alrededor del encuentro de editores independientes (Edita) califican de poesía de la conciencia.

“Hay un grupo por ahí, con unos planteamientos aún no dominantes, del que forman parte gente como Antonio Orihuela, Falcón o Jorge Reichmmann, que es el más conocido. Se llama Poesía de la Conciencia o del Conflicto; más que poesía social es poesía solidaria. Hay diferencias, no sólo estilísticas, con los poetas sociales de los años 50, que, incluido Ángel González, son poetas burgueses, con una perspectiva de clase media alta. Nuestra poesía, en cambio, es coherente con nuestra vida: es el obrero el que escribe el poema. Es la poesía de los parias, de los desheredados”.

Pero David retoma la escritura autobiográfica que Bukowski produjo para la posteridad de tantos perdidos, tarados, cabezas de ácido, ketaminicos y demás congregación chinaskista.

Bukoswki sabía de lo que hablaba tras años de borracheras, de vagabundeos, de viajes en la parte trasera de una furgoneta, de bares abiertos las 24 horas, de trabajos absurdos, de los parques dormitorios y de su trabajo en correos. De todo esto emergió una literatura seca, directa, como un puñetazo, sin adornos idiomáticos o la placidez extemporánea de un adjetivo elegido en largas tardes machadianas en las que algunos pierden el tiempo en escribir.

David González retoma la narratividad bukowskiana para contarnos sus movidas, sus marrones, sus subidas, sus arrebatos poéticos con un porro en la mano y en la otra un cigarro, sus estados anímicos, sus excesos desde una postura de narcisismo de barrio, casi proletario, desde una afectación que es nuestra afectación en un mundo de nadies en la montaña de currículos que se pudren en un ETT. La autoconciencia del nombre, la identidad pisoteada como forma de ser frente a aquellos que por odio de clase o genealogía de ladrones y aristócratas esgrimen su nombre como un precepto de su valía. Justo el reverso de esa moneda es el del hijo pródigo caído en las wertherianas callejuelas de la apatía, la decadencia y esos estados metafísicos que parecen dar empaque a un discurso de la destrucción desde posturas y lugares donde nunca ha acosado la muerte, esa conjugación de economía y policía. Esos impostores que se pierden en submundos con el deseo de acabarse porque no tienen nada mejor que hacer. En cambio David quiere vivir, vivir y verlo todo, denunciando la mentira. Organiza su rabia y la escribe con el lenguaje de los puños para darnos un pedazo de vida.


La lectura última bien pudiera ser que toda esta violencia no emerge del submundo marginal, o, si lo hace, no es más que la inevitable consecuencia de esa otra violencia de guante blanco que, desde quienes verdaderamente detentan el poder, se ejerce sobre aquellos únicamente destinados a recibir los golpes; así lo testimonia en su dedicatoria en Sparrings: “a los que siempre besamos la lona del cuadrilátero”. Como el punk y otros puñados de acordes y rabia versificada nació en las calles como respuesta violentamente musical a la situación política de finales de los 70, la lírica de David González se fundada en el lenguaje de la provocación, pone sus bases en la concepción del poema como una narración directa, descarnada, de episodios de la desolación, sin escatimar en el intento toda la crudeza, todo el tremendismo o la dosis de esperpento necesarios para provocar la desestabilización de los cimientos del lector. En consonancia con el universo narrado, el estilo será deliberadamente prosaico, desaliñado y bronco, desnudo de adjetivos y metáforas, en las antípodas del esteticismo, y -porque la vida también lo es- radicalmente antipoético; el registro coloquial, vulgar incluso, aparece salpicado de términos procedentes de argots callejeros, blasfemias legitimadas por el contexto verbal en que se insertan, y cuya agresividad es espejo de la misma violencia del mundo del que hablan.

“Las palabras que dicen la verdad no son hermosas, / las palabras hermosas no dicen la verdad”
IV. Los que besan la lona del cuadrilátero.


felices los normales, esos seres extraños, / los que no tuvieron una madre loca, un padre borracho, / un hijo delincuente, / una casa en ninguna parte, / una enfermedad desconocida.

ROBERTO FERNÁNDEZ RETAMAR

Un escritor para el que la infancia son recuerdos de un solar con chatarra, cordilleras de escombros, gatos muertos, mojones, un yermo huerto donde dar unas pataditas al balón, que pasa su juventud exiliada en lo precario, en el frágil día a día del paro y que su historia vital los listos chaparán.

Un escritor que aspira a que su verso brote de cañería rota y se trapichee en las esquinas, que espera a que en sus pulmones el grito se prepare, junto al ebrio humo. Un escritor que fue un niñato, un golfo, un currante, que pisoteó el jardín de la casta impermeable, que mea en sus eternas flores de raíz podrida y en los afeites que ciegan a la palabra, que atraca al coro de listos a punta de palabra navaja, que muerde la mano de quien la pasa por su hirviente lomo de salario basura.

Un escritor que sabe del bozal, del nosotros fragmentado en metralla: delincuentes, tiesos, funcionarias, yonquis.

Un escritor que sabe de sus notas en el dispositivo de adiestramiento, que es el eco del hoy, clamando despierto en los tiempos de la mitología privada. Un escritor que morirá de un disparo a la multitud, que le tocará una semana de atención, ágil olvido consagrado a la anécdota cal viva a la vida cadáver respirando en una zanja de amor y muerte. Un escritor que morirá con equipaje molesto y digno con los ojos abiertos, con las manos esposadas a la espalda. Con los ojos abiertos.

Un escritor así escribe con el corazón afilado en la mano, derramando sobre el papel una sangre tantas veces golpeada.


No hablo de lo que no sé / No hablo / Escribo poemas / Estas son mis piedras partes de ellas / Piensa en las tuyas / Y recuerda / Brazo / Mano / Piedra / Pero / sobre todo / el gesto

__________

Bibliografía y Links :

Sparrings , Línea de Fuego, Ribadesella, 2000. // Ley de vida, DVD ediciones Barcelona, 1998 // Con los pies en el suelo, Árbol de Poe, Málaga 2001. // Sembrando hogueras, Bartleby editores, Madrid 2001 // La carretera roja, Celya, Salamanca 2002. // David González, El demonio te coma las orejas, Ayamonte, Crecida, 1997. // Página personal (contratación) www.arte-nativa.com/david

Tiene editado en internet:

Los mundos Marginados www.babab.com // Sparrings en www.portaldepoesia.com

lunes, 2 de noviembre de 2009

Goethe: Autenticidad (*)

Fausto:

¿Es el pergamino el pozo sagrado del que un trago calma para siempre la sed? No habrás logrado refrigerio como de tu propia alma no te mane.


///


Goethe, en 'Fausto'

(Acto Único, Escena Primera, Primera Parte)

viernes, 30 de octubre de 2009

Julia Aguirre: El Baile de la Palma

Julia Aguirre: El Baile de la Palma

/

Cuando murió tu primer hijo
el compadre Emilio hizo el ataud
y doña Pura las palmas.
En la vela
en una mesa pequeña el ataud y las palmas,
a un lado el candil.
Los vecinos sentados en unos bancos.
Vos llorabas, María.
Don Ciriaco y sus hijos
con guitarras y bandolinas
le hicieron el baile de la palma al niño muerto.
Las parejas bailaron
frente al ataud pequeño.


/
Taller de Poesía de Palacagüina
/

*

Poesía Libre. Revista de Poesía. Ministerio de Cultura, Managua (Nicaragua) Años IV. Número 10, enero de 1984.

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jueves, 29 de octubre de 2009

Celso Emilio Ferreiro: El Martir

Celso Emilio Ferreiro: El Martir

No diré que vamos a vengarte,
amigo muerto por el hierro airado.
Han trascurrido ya tantos años,
tantos traidores han ya pasado
y días de tristeza, tantos,
que ya no sabríamos en quién vengarnos.
Te diré solamente que te recordamos
y que hacemos por seguir tus pasos,
pero por otros caminos que no lleven
a los bosques de los cuchillos largos.

Poesía Libre. Revista de Poesía. Ministerio de Cultura, Managua (Nicaragua) Años IV. Número 10, enero de 1984.

Responsable: Julio Valle-Castillo

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jueves, 15 de octubre de 2009

Juan Ramón Jiménez: la niña chica

Juan Ramón Jiménez: La niña chica
 
La niña chica era la gloria de Platero. En cuanto de la veía venir hacia él, entre las lilas, con su vestidillo blanco y su sombrero de arroz, llamándolo dengosa:

—¡Platero, Plateriiillo!—, el asnucho quería partir la cuerda, y saltaba igual que un niño, y rebuznaba loco.

Ella, en una confianza ciega, pasaba una vez y otra bajo él, y le pegaba pataditas, le dejaba la mano, nardo cándido, en aquella bocaza rosa, almenada de grandes dientes amarillos: o, cogiéndole las orejas, que él ponía a su alcance, lo llamaba con todas las variaciones mimosas de su nombre:

—¡Platero! ¡Platerón! ¡Platerillo! ¡Platerete! ¡Platerucho!

En los largos días en que la niña navegó en su cuna alba, río abajo, hacia la muerte, nadie se acordaba de Platero. Ella, en su delirio, lo llamaba triste:

-¡Plateriiilo!... Desde la casa oscura y llena de suspiros, se oía, a veces, la lejana llamada lastimera del amigo. ¡Oh estío melancólico!

¡Qué lujo puso Dios en ti, tarde del entierro! Setiembre, rosa y oro, como ahora, declinaba. Desde el cementerio ¡cómo resonaba la campana de vuelta en el ocaso abierto, camino de la gloria!... Volví por las tapias, solo y mustio, entré en la casa por la puerta del corral y, huyendo de los hombres, me fui a la cuadra y me senté a pensar, con Platero.

(De 'Platero y yo', nº LXXXI)

Nos ha recordado la muerte de nuestra madre un día de septiembre. No lo hemos podido evitar.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Poesía de África: Dinkas

Poesía de África: Dinkas

*

En el tiempo en que Dendi creó todas las cosas,
creó el sol,
y el sol nace, y muere, y sale de nuevo,
creó la luna,
y la luna nace, y muere, y sale de nuevo;
creó las estrellas,
y las estrellas nacen, y mueren, y salen de nuevo;
creó el hombre,
y el hombre nace, y muere, y ya no sale de nuevo.


*


(Tomado de 'Poesía Libre', número 14; revista de poesía; Ministerio de Cultura, Managua-Nicaragua; año V; marzo de 1985)

jueves, 23 de julio de 2009

Jaime Jaramillo Penesso: Papeles

Jaime Jaramillo Penesso: Papeles


Parados en las esquinas
los policías exigen papeles
La tropa de la Brigada
acordona los parqués y pide papeles
En las calles en los teatros
los soldados requisan y capturan
a los ciudadanos sin papeles
Los detectives con metralletas
y permiso gubernamental
entran a las casa y piden papeles
En los retenes y carreteras
buses municipales son detenidos
y pasajeros y pasajeras brincan al suelo
muestran papeles
Por lo anterior se deduce señoras y señores
que la democracia es asunto de papel.


Revista 'Poesía libre'. Ministerio de Cultura (Managua, Nicaragua) Año IV, número 10, enero de 1984

viernes, 26 de junio de 2009

Leopold Sedar Senghor: Una mano de luz

(para flautas)


Una mano de luz ha acariciado mis párpados de noche

y tu sonrisa se ha izado sobre las nieblas que flotaban monótonas sobre mi Congo.

Mi corazón le ha hecho eco al canto virginal de los pájaros del alba

como mi sangre que ritmaba antes el blanco canto de la savia en las ramas de mis brazos.

He aquí la flor del monte y la estrella en mis cabellos y la cinta que ciñe la frente del pastor-atleta.

Tomaré la flauta que ritma la paz de los rebaños

y todo el día sentado a la sombra de tus pestañas, cerca de la Fuente Fimla

Fiel, pastorearé los rubios mugidos de tus rebaños.

Porque esta mañana una mano de luz ha acariciado mis párpados de noche

y durante todo el día, mi corazón le ha hecho eco al canto virginal de los pájaros.

*

(Del poemario 'Nocturnes')

miércoles, 6 de mayo de 2009

Pedro de la Cerda / Eugenia Lefevre: Cortadura de la Culebra (*)

Pedro de la Cerda/ Eugenia Lefevre:  Cortadura de la Culebra

Ya estamos en el canal más alto, ideado por Lesseps, navegando entre riberas montañosas, en medio de una vegetación ecuatorial de palmeras de todas clases y bananeros de todos tamaños, en donde, según vemos, pululan los saurios y cocodrilso más hermosos y despiertos. Después de algunas horas -pues vamos despacio- el canal va extediéndose hasta parecer un lago, irisado de copas de árboles en una extensión grande: estamos sobre el lago Gatum. Bosques enteros están, sin duda, sumergidos en el agua; infinidad de pelícanos y otras especies nadan en estos parajes.

Entramos en la parte más importante, la que costó tantas vidas y tanto esfuerzo al hacer el canal, por su clima malsano, infestado de mosquitos, y debilitante en extremo para la raza blanca; hoy los trabajos penosos o fuertes están a cargo de los negros. Es la 'Cortadura de la Culebra' -roca inmensa de algunos kilómetros de largo por un centenar de metros de altura-, que hubo de volarse con dinamita para abrir el canal, que da acceso a las esclusas de Miraflores, ya en el Pacífico.

*

Eugenia Lefevre y Pedro de la Cerda en 'Viaje universal en busca de la verdad', página 25; CIAP (Compañía Ibero-Americana de Publicaciones), Madrid, Barcelona, Buenos Aires, 1930.

__________
(*) Título nuestro

martes, 5 de mayo de 2009

Goethe. Hazme caso


Mefistófeles:

Hazme caso: un tío que especula es como el animal al que un espíritu malo lleva en círculo de acá para allá sobre una hierba seca; en tanto, todo alrededor se extienden bellos y verdes pastos.

*

Goethe: Fausto

martes, 28 de abril de 2009

Iswe Letu: Un viaje de ida y vuelta a Las Navas

Luego que la conociera en la presentación de un libro y tomaran unos vinos por tascas de Madrid, se interesó por Las Navas del Marqués. Por eso se llegó hasta la villa serrana. En fiestas.
Reconoce que lo suyo no son las llamadas fiestas 'populares'. Destaca lo de 'popular' porque no es el pueblo quien las organiza sino conspicuos caciques locales.
La asistencias a estos sucesos lo hacía casi siempre obligado. Y al poco de llegar al lugar que fuese ya estaba apartado del jolgorio, del bullicio, perdiéndose por calles o callejas que nadie, o pocos, hollaban en tales momentos. Y siempre acompañado de sus ensoñaciones. A Las Navas del Marqués llegó voluntariamente sin que nadie le empujara.
-Bueno, se dijo para si, siempre hay algo que te incita; en este caso la moza y el conocido romance tradicional castellano que se conservaba en la localidad, Gerineldo; que allí llaman 'baile de tres'; un poco verde en su tiempo: '¡Gerineldo, Gerineldo! / ¡Gerineldito pulido! /Quién te tuviera esta noche / unas horas a mi albedrío'. Si. Quien te tuviera unas horas a mi albedrío. Pues eso... Aun tiene su verdor.

El romance navero parece que lo descubrió, según le dijo la chica, Menéndez Pidal. Le recitó algunos versos. Y los declamaba con ardor. Quizás empujada por el romance. O eso es lo que él creyó. Unos días después leyó el programa de festejos que, por lo que se ve, le había dado ella... Pero no recordaba el momento... Sabe, es cierto, que llegó un poco mareado a casa... Subrayó lo interesante o curioso según su punto de vista:
1er. día: concierto de la banda municipal 'que dirige el competente maestro Saulo Sánchez'. 2ª día: 'Repique de campanas, disparo de bombas y alegre diana; tradicional Asamblea de la Archicofradía presidida por el Presidente Perpetuo, el excelentísimo S. D. Manuel Delgado Barreto'. 3er. día: Concurso de belleza y fealdad con premio a la chica más guapa y al chico más feo. 8º. día: Carrera de burros y 'baile de tres'. 9º. día: Comedia titulada '¡Pase usted la jaca, amigo!' y un entremés de D. José Jackson Veyán. 'El producto de la fiesta se destinará a los pobres de la villa'.
-Por cierto -se preguntó al leer lo de Delgado Barreto- que hace por Las Navas este destacado fascista, provocador y gracioso de pacotilla. Recuerdo que el otro día venía en su periódico un artículo referido al poeta Lorca con el título 'Federico García Loca' ¡Qué cabrón! ¡Vaya personajes que andan por ahí!
Estuvo dudando en si ir o no ir. Al final cogió el tren. Llegó el 4º día. A las 5 de la tarde, como en el poema de García Lorca. Y a esa hora había algo en plaza de toros: un émulo de Kronne 'presentará su colosal Circo en el cual figurarán las más terribles fieras y los más acreditados' tontos, pollospera y...'

-Conmigo que no cuenten.
Se hospedó en la fonda La Florida de la Calle Real. Paseó por la rua principal llena de chiringuitos y abarrotada de gente. Sobresalían por su corpulencia y elevada estatura los emigrantes rumanos. Rubios y de mofletes sonrosados. Al poco se desvió del bullicio general y se vio paseando por calles o callejas solitarias. Recuerda que, en una pared pintada de azul, ponía 'Mezquita de la Paz'. De su puerta salían, supuso, devotos musulmanes: tez bronceada, pelo y bigotes negros y algunas barbas floridas. Siguió adelante deteniéndose un poco en un espacio que consideró recoleto, agradable, solitario como él. Plaza del Velón ponía. Y estaba rodeada de dos casa abiertas, dos cerradas y un muro casi cubierto de enredaderas, tras del cual trepaban hasta el cielo algunos árboles.
Se acostó temprano y tuvo un sueño del que sacó la conclusión, nada original por cierto, de que en la información que nos dan muchas veces esconden la verdad con inconfesables intenciones. Sueño que, al día siguiente, estando en la esquina de la avenida principal con la de Antonio Peña Segovia, le venía a la memoria de cuando en cuando, mientras miraba el ajetreo de las gentes. Iban llegando carretas y mas carretas engalanadas y burros enjaezados; quienes, más tarde, según el programa, emprenderían camino del Valladar que debía ser un lugar del término municipal. Allí habrá comida, según el folleto. Comida, si, pero 'el que la lleve o la haga y ya se sabe que el que la hace la paga'. No se queda esa cabalgata con el solo condumio, no. Anuncian 'bailes, gallinita ciega, cuatro esquinas, partidas de mus, pesca de merluza y demás entretenimientos campestres'.
Este espectáculo le aburría. Lo que buscaba no aparecía. Y para ir el romance, para el 'baile de tres', faltaban dos días que le iban a resultar eternos. Se estaba arrepintiendo de haber ido. Junto a él se arrimó a la pared un numeroso grupo de marroquíes, o argelinos o... vete tu a saber: en resumen: moros o árabes. Al que se juntaron otros tantos coterráneos saludándose con la mano uno tras otro. Un buen rato. Siempre le había chocado esos gestos tan ceremoniosos o protocolarios. Quizás fueran propios de su cultura o de la alegría de verse con otros miembros de su patria en tierra extraña. La cabalgata inició su marcha y él se dirigió a una calle paralela a la principal. Juan Fernández Yagüe se rotulaba. Parece ser que fue un cura este señor. Entre fascistas y curas está lleno el pueblo.
El día estaba fresco y pasó a la acera de la derecha que daba a la solana.
-Me calentaré sin quemarme.
Lo decía por el sueño, que ahora volvía a sus mientes. Era un sueño que, como siempre le pasaba, el principio se le hundía en una nebulosa de inconcreciones, de detalles poco precisos, algo cierto que se le escapaba y al mismo tiempo creía saberlo. Palpaba el suelo porque había peligro de que se le calentara en exceso. Y muriera achicharrado alguien. En concreto su madre. Y no solo su madre. Su madre quien, por cierto, estaba en un lecho o en una cama. Continuamente acudía a tomar la temperaura. Comprobaba, inquieto que, efectivamente, quemaba. Sabían que cocía la tierra. Se levantaba en burbujas. Hasta que una vez, comiendo o cenando, la televisión revela el misterio: estaban en zona propicia a movimientos sísmicos. Se dijo que, al excabar, habían descubierto la lava a flor del aire y se habían dedicado a taparla con un bloque de hormigon. Y así la habían dejado. Es decir estaban encima de un infierno y serían condenados. Si nadie lo remediaba. Aunque los sueños parecen siempre, o casi siempre, ilógicos, los suyos no tenían un desarrollo completo de trama. Solo jirones. Lo que le dejaba confuso.
El aire movía las ramas de los árboles produciendo un sonido de caducidad. El verano se terminaba. Miró al fondo de la acera. Nadie. Hasta él llegaba, eso si, el rumor sordo del gentío pero como acolchado. Por lo que estaba a gusto. Y el sol bañando su cuerpo de calor ayudaba a este estado de bienestar.
-Por una de estas casas, pensó, vive la madre de Concha Barbero de Dompablo. No todo son curas y fachas.
Una escritora que conocía y había escrito un libro, 'Palabras para el bienestar'. De una linealidad, sencillez y claridad admirables. A lo largo de la acera había bastantes poyos. Se sentó en uno que tenía forma de sofá, con respaldo inclinado y todo. Solo faltaban los brazos. Miró a izquierda y derecha. Nadie. Por la acera de enfrente, por la umbría, caminaba un hombre, andar cansino, rostro triste, cabeza calva, bronceado. Recordó haberlo visto salir de la mezquita. Lo siguió con la vista. Se fijo en la cruz gamada pintada en la pared. Sus brazos parecían uñas. Aunque él nunca supo en que dirección tenían que tener los brazos de la cruz, si se dio cuenta que parecían unos brazos crispados. A continuación se leía una pintada: 'En esta calle las piedras son más duras que el alcalde'.
El hombre se alejó. Y el sentado caminante cruzó los brazos. Se apoyó en la pared. Cerró los ojos. Así debía ser la vida: ajena a conflictos. Un mundo donde el sol calentara los cuerpos llenándolos de bienestar. Un estado de placentera bonanza. Para recitar a Porfirio Barba Jacob: Y hay días en que somos tan plácidos, tan plácidos, /niñez en el crepúsculo, laguna de zafiro /que un verso, un trino, un monte, un pájaro que cruza, / y hasta las propias penas nos hacen sonreír...' Puro espíritu. Sin nazis, ni racistas, ni caciques. Bogando con barcaza por un mar en calma chicha. Se dejó llevar por olas de mansedumbre, hasta que unos gritos le sobresaltaron logrando que sus ojos se abrieran a la cruda realidad de un mundo sin firmamentos angelicales.
Los gritos siguieron, aunque menos fuertes. Luego el silencio, la paz, volvió a la calle Juan Fernández Yagüe. El cura siguió su sueño eterno sin más molestias. El eco de la cabalgata emigró. Se levantó del poyo siguiendo su andadura acera adelante. ¡Aun dos días hasta contemplar el 'baile de tres'! Y sin un conocido con el charlar. No había calculado bien el viaje. El pueblo era pequeño, pero no tanto como para encontrar fácilmente aquello que buscaba. Aparte de que, si tuviera que describirla, tampoco sabía. Por no acordarse... no se acordaba ni que le había dejado el programa de fiestas. Ni su nombre. Se sentó en otro poyo. Este, si, tenía brazos. Uno solo. En la parte derecha. Un poyo cuyo brazo hacía esquina con una calleja. Calleja que atravesaba la calle y continuaba hasta la avenida principal. Ya apenas pasaba nadie. Estarían todos camino del llamado Valladar. Y él aquí solo. Bueno solo no, más adelante estaba una mujer sentada en otro poyo con una maleta al lado. Sola como él.
-Esperará a alguien -pensó.
En este tramo de la calle había varios poyos, separados por escaleras de entrada a las casas. Y dos de estas escaleras estaban artisticamente adornadas y pintadas de un marrón claro tirando a naranja. Un sencillo apéndice arquitectónico, este de los poyos, cuyo fin era el descanso a la atardecida, incluso a la noche, en los veranos, en charla amigable con el vecindario. Eran terrazas para la gente del pueblo. Unos sillones pétreos pero que, con una almohada, dejan su dureza. Poyos donde se fraguaron amores. Poyos donde se tramaron traiciones. Poyos donde se criticó o se ensalzó la labor de gobernantes nacionales o municipales. Poyos donde se recitaron poesías o se contaron chismes o chistes. Donde se derramaron lágrimas. O se prorrumpieron carcajadas. En fin, terrazas donde se esperó a la muerte.
Habían pasado varios vehículos y la mujer seguía sentada. Con su maleta al lado. No debía ser del lugar porque sino estaría en marcha camino de la romería. ¿Qué haría allí? Parecía un poco triste. ¿Triste? ¿Desde donde él estaba había captado su estado anímico? ¿Que datos tenía para hacerle sacar esa conclusión? Ninguno. No eran muchos metros, pero, aun así, no podía ver su rostro con claridad. Fantasmas de su imaginación. Siempre con sus ensoñaciones. El silencio ahora era casi total. Excepto el rumor de las hojas de los árboles, nada enturbiaba ese silencio. De las casas, todas con las ventanas cerradas, no salía voz alguna. El pueblo se había vaciado en romería.
Miró hacia la mujer. Seguía impertérrita. Mirando al frente. A la calzada. Y con la maleta al lado. De pronto, él se dió cuenta de algo golpeándose en la frente:
-¡Claro! La han echado de casa. Los gritos decían: '¡Que te vayas de una puta vez, coño! Claro...
¿Y a él qué le importaba? Nada. Absolutamente nada. Aunque... nada nada... esa indiferencia no era, precisamente, la base por la que se guiaba. Ni siquiera era una característica de la cultura que había mamado. Los quijotes -podrán reirse los que lean esto- eran semillas sembradas en los campos de España. Y era español. Y a mucha honra. Y con eso no quería transformarse en un nacionalista, no, pues ese quijotismo fue elevado a categoría de generosidad universal desde que Cervantes lo pariera. Todos los pueblos del mundo lo tiene como suyo. E incluso poseen su quijote particular. Sin ir más lejos el poeta martiniqués, Aimé Cesaire, había dicho (y eso que su morada, en las Antillas, estaba alejada miles de kilómetros del hogar patrio español y separado, para más inri, por el mar océano) aquello tan quijotesco:
-"Y sobre todo mi cuerpo y también mi alma, guardaos de cruzar los brazos en la actitud estéril del espectador, pues la vida no es un espectáculo, un mar de dolores no es un proscenio, un hombe que grita no es un oso que danza..."

-Asi que -se dijo- levanta el culo de ese poyo. Y acércate a apoyar o a animar o a consolar a esa dama que, allí, triste, se ve. Tienes suficientes datos, suficiente información. No como en el sueño...
Apoyándose en esa apoyatura, se dirigió a la mujer que seguía sentada pocos metros más allá. Llegando a su altura, su timidez le empujó a pasar de largo y contestar débilmente al saludo de ella.
¿Qué mas quería saber? ¿Qué necesitaba para darse cuenta de que la pobre mujer se sentía sola y abandonada? Advirtió que el saludo quería decir algo. Era una invitación a que socorriera su desgracia. No podía permanecer indiferente en actitud de un espectador. Ni hablar. Era una cuestión de principios. Dio la vuelta. Se acercó, La miró. Y le dijo:
-Hola... Perdona que pasara de largo.
-Creí que no me habías conocido.
-Tu cara me resulta conocida.
-¿Conocida? Pero, tú de qué vas, tío.
-No sé... que quieres decir.
-¡Vamos ya! No te hagas el listo conmigo.
-Es que no sé...
-Nos conocimos en Madrid. En la presentación de libro de José Esteban.
-¡Claro!... Y el de Urbano Blanco Cea.
-Y pasabas de largo. ¡Joder! A pesar de aquellos vinos que nos tomamos...
-Recuerdo que me hablaste del 'Baile de tres'...
-¡Qué cabrón! Se hace el despistado... ¡Joder!... ¿Que coños haces en mi pueblo?... ¡Aquí no queremos a los tíos como tu! ¡Te enteras... contreras!
-¡Bueno, bueno!... ¿Pero a ti que te pasa? Yo te estaba buscando. ¿Qué haces con esa maleta?...
-¿Me buscabas a mi?... ¡Que risa!
-En serio. Te lo digo en serio. ¿Te ibas de viaje?
-Vale vale. Has dicho bien: me iba... a Madrid. Ahí viene el Sindo.
-¿Quién es Sindo? ¿Tu novio?
-¿Mi novio?... ¡Si seré gilipollas!... No, es el conductor del autobús.
-¿Gilipollas?... ¡Que cosas!...
-Perdona.
-¿El coche va a la estación?...
-Si. Hacia allí se dirige. ¿Te vas?...
-Me vuelvo a Madrid. Aqui ya no tengo nada que hacer.
-Yo me quedo. Tampoco tengo ya nada que hacer en Madrid.

martes, 7 de abril de 2009

Émile Hologudú: Libertad

Libertad
de Émile Hologudú

*

los blancos esqueletos
de los
navíos
buscaron desesperadamente
la isla visible y su dorada bruma,
la isla nativa de la insurrección,
parada, en la noche de las más trágicas aventuras,
fuimos sacudidos
por las alas del mismo infortunio,
la discordia
no había arrastrado hacia nosotros las arenas.

de
su evidencia,
la exuberancia aún duraba sobre la bahía bienaventurada
el día que hicimos largos funerales
a las cosas
que había que enterrar...

*

Émile Hologudú
(Traducción de Rogelio Martínez Furé)

lunes, 23 de marzo de 2009

Omar Khayyam en varios idiomas

+
Español:

No sepas de otra senda que la de la taberna,
ni aspires a otra cosa que a vino, amor y música.
Con la copa en la mano, con el odre a la espalda,
bebe, bebe, querido, y calla, calla para siempre.


*

Alemán:

Und als der Hahn gekraht, da flehten sehr
die vor der Schenke: - Gebt den Schlussel her!
Ihr wisst, wie kurze Frist uns ist gegeben,
und wenn wir gehn, wir kehren nimmermehr.

+

Inglés:

And, as the Cock crew, those who stood before
The Tavern shouted - 'Open then the Door!
You know how little while we have to stay,
And, once departed, may return no more'.


*

Frances:

Et comme le coq chantait, ceux qui se tenaient
devant la Taberne, crièrent: 'Ouvrez donc la porte!
Vous savez ccombien peu de temps nous avons à rester ici,
et qu'une fois partis nous ne pourrons plus revenir!'.

+

Italiano:

Lévati, o Bella, dal somo, la gola bagniamo di Vino
Pria che alla gola ci afferri il cappio del Fato,
Ché questo cielo crudele ci negherà, presto, il tempo,
Iltempo di fiorir nuovi al tocco dell'acqua.

sábado, 14 de marzo de 2009

Fuentespreadas viene de manantial


Fuentespreadas



Por Manuel Martín de Mena



Fuente; tu luz se ilumina,
espejo y luna tallada,
agua pura y cristalina
que brota de la calzada.

El sol reseca tu piel,
la luna besa tus manos,
tu has mitigado la sed
a españoles y romanos.

Se murieron tus viñedos,
pero no murió tu historia,
porque tienes de tus deudos
la riqueza meritoria.

Tumbas de piedra talladas
yacen valientes guerreros,
espuelas que han sido halladas
en caminos y senderos.

Sarcófagos y molinos,
brazaletes y alfileres,
contemplan vuestros vecinos
el valor de estos enseres.

La luz destella otro foco
rebosante de cultura,
escudos de arte barroco
con elegante escultura.

Camino Santa Colomba,
las huetes(*sic) quedan los restos;
no tiene la iglesia tumba
para descansar los muertos.

Desgarran fustes romanos,
los frisos son desplomados,
se desmoronan las piedras,
con el paso de los años.

Amar la vida es precioso
aun gastados los peldaños,
el ser joven es hermoso
aunque tengas muchos años.

Ni la espada de tu mando,
ni las espuelas doradas,
la bravura del soldado
no conquistó Fuentespreadas.




El Perdigón, 28 de Diciembre de 1991

Sacado del poemario titulado 'Extrañas profundidades'

__________

(1) El título es nuestro

(*sic) ¿Quiso decir 'huestes'?
Foto de Fuentespreadas tomada de la web: - http://google.mini20.com// -

lunes, 5 de enero de 2009

Ernesto Cardenal: Epigramas

¡Mi gatita tierna, mi gatita tierna!
¡Cómo estremecen a mi gatita tierna
mis caricias en su cara y su cuello
y vuestros asesinatos y torturas!

_____

Uno se despierta con cañonazos
en la mañana llena de aviones.
Pareciera que fuera revolución:
pero es el cumpleaños del tirano.

_____

Tal vez nos casemos este año,
amor mío, y tengamos una casita.
Y tal vez se publique mi libro,
o nos vayamos los dos al extranjero.
Tal vez caiga Somoza, amor mío.

_____

(Canción de muchacha)

¡Mi pelo largo! ¡Mi pelo largo!
Querías tu muchacha con el pelo largo.
Ya lo tengo abajo de los hombros
y no esperaste mi pelo largo.


Del poemario 'Epigramas', escritos entre 1950 y 1956 y publicados más de tres décadas después.