miércoles, 20 de junio de 2012

Los viejos rokeros nunca mueren


En 'La sombra de lo que fuimos' la narración se apoya en un hecho cierto: el atraco de un banco de Chile por los jóvenes anarquistas Durruti Jover. Ambos españoles; uno de ellos,Durruti, figura mítica del anarquismo ibérico y de la guerra de los años 36/39 del siglo pasado. Efectivamente, la trama comienza con el recuerdo de ese robo por parte de Nolasco, uno de los personajes de la novela. Este se ha citado en un lugar de Santiago de Chile con cuatro antiguos militantes de izquierda, derrotados por la dictadura de Pinochet, quienes, tras años de exilio y desarraigo, han regresado a su patria y ellos quieren, y él también lo desea, continuar la lucha, seguir batallando por un Chilemás justo, por un Chile libre de la explotación capitalista y libre de los influencias de los seguidores del dictador. Antes de salir de casa, Nolasco se mira en el espejo y dice:

-Soy sombra de lo que fuimos y mientras haya luz existiremos.

Frase que indica la voluntad política de seguir en la brecha a pesar de la indiferencia general y de los cambios acaecidos durante ese tiempo en Chile.

Pero en el camino al lugar de la cita muere de 'forma grotesca golpeado por el destino ciego' ya que un tocadiscos lanzado por la ventana en medio de una furiosa riña familiar le aplasta la cabeza.

Los militantes esperan. Mas como, obviamente, no llega... uno del grupo dice: '¿Qué, nos la jugamos?' Y se la juegan. Es decir: continúan con el plan trazado y lo coronan triunfalmente.
A esa victoria contribuyen una pareja de policías haciendo la vista gorda. El autor utiliza a estos miembros de cuerpos represivos, creemos, por dos motivos: uno, porque ahora se muestra, en las novelas negras, a la policía como protagonista y hasta salvadora; la otra, para mostrar el cambio sucedido en Chile, durante los años de dictadura y de democracia, tantos que hasta la policía no es la misma de aquella que se involucró en la matanza contra el pueblo.

Bueno, pues si Luis Sepúlveda lo dice...

Está escrita con el lenguaje directo, limpio, claro, crudo, de las novelas negras, también chispeante, desprejuiciado y divertido en numerosas ocasiones. A lo largo de la narración se nos muestran algunos de los errores políticos cometidos en la lucha anticapitalista, así como se desnuda, sin crueldad, el ímpetu, la inocencia y la inexperiencia de la juventud revolucionaria.

Pero, por encima de esas reflexiones es un canto a los luchadores antifascistas, entre los que figura el mismo autor de la novela. Ya antes de empezar la novelita podemos leer la siguiente dedicatoria:

'A mis compañeros y compañeras
que cayeron, se levantaron,
curaron las heridas, cuidaron la risa,
salvaron la alegría y siguieron andando.'

Nosotros saludamos este cuento de factura honesta y además divertido; así como saludamos una obra que no reniega de la lucha revolucionaria, ni echa barro sobre esos luchadores antifascistas, como hemos vistos hacer a más de un renegado, que es como si lanzaran mierda sobre ellos mismos. Y si, además, fue Premio de Primavera de Novela 2009, convocado por Espasa Ámbito Cultural, cuyo jurado estuvo compuesto por Ana María Matute, Angel Basanta, Antonio Soler, Ramon Pernas y Ana Rosa Semprún, mejor que mejor.

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