(para flautas)
Una mano de luz ha acariciado mis párpados de noche
y tu sonrisa se ha izado sobre las nieblas que flotaban monótonas sobre mi Congo.
Mi corazón le ha hecho eco al canto virginal de los pájaros del alba
como mi sangre que ritmaba antes el blanco canto de la savia en las ramas de mis brazos.
He aquí la flor del monte y la estrella en mis cabellos y la cinta que ciñe la frente del pastor-atleta.
Tomaré la flauta que ritma la paz de los rebaños
y todo el día sentado a la sombra de tus pestañas, cerca de la Fuente Fimla
Fiel, pastorearé los rubios mugidos de tus rebaños.
Porque esta mañana una mano de luz ha acariciado mis párpados de noche
y durante todo el día, mi corazón le ha hecho eco al canto virginal de los pájaros.
*
(Del poemario 'Nocturnes')