miércoles, 19 de diciembre de 2007

Shelley: ADONAIS (elegía a la muerte de John Keats)

Manuel Altolaguirre


... La mañana
buscaba la atalaya de la aurora
y sus cabellos húmedos de lágrimas,
que adornaban el suelo, deslumbraron
los ojos que en el aire relucían.

Shelley

(Adaptación de Altolaguirre)

martes, 11 de diciembre de 2007

José Mª Amigo Zamorano: Junto a la lumbre de Urbano Blanco Cea

Los poetas del camino, los poetas andariegos, los romeros (León Felipe, Machado) ven al mundo con la mirada de alguien que quiere echar alguna vez el ancla. Tener un hogar confortable y sentarse junto al fuego del hogar, al abrigo del frío, con rechizos de leña encendidos, al tiempo que acarician a sus lebreles de caza que dormitan acunados por el fuego, por esa lumbre que chisporrotea, ahí cerca. Solo el espíritu inquieto le hace levantarse y proseguir su andadura. Es un mundo visto desde fuera al que las gentes invitan, en un rasgo de hospitalidad, a entrar en la casa.

Allí contemplan el dolor de los hijos por la muerte de sus progenitores. Ven sus arrugadas frentes oscurecidas por la tristeza del ser amado que se ha ido para no volver jamás. El llanto corre de estancia en estancia. Se fue "la fortaleza de la madre" y "la mansedumbre del padre". El fuego también es testigo del dolor. Y testigo de las condolencias de los amigos y vecinos que, a ambos lados del pasillo, se alinean apoyadas las espaldas contra la pared.

En su poemarío 'El Alijar jara en flor', libro de poemas de Urbano Blanco Cea, que ya hemos comentado en otras ocasiones, hay una parte que rotula con el título 'Reunidos junto al fuego (del album familiar)' comienza narrando su dolor en el poema 'Padre contrito' en el que dice: "Miera de hiel incandescente / se desliza corrosiva por mis venas".

Como los poetas romeros (no de romerías) Urbano Blanco Cea regresa de cuando en cuando a la vieja heredad, recuerda el fuego que concita y reune a las familias en momentos transcendentes, y la muerte es uno de ellos; más el fuego es más multilateral, siendo, por ejemplo, testigo de la llegada del abuelo, de la madre, del hermano, del hijo: "Has llegado y parece que se han abierto los postigos" a la alegría, a la risa...

Es lo que él llama "un hogar tranquilo, una casa sencilla"; todo ello recuerdo de los familiares como un bálsamo: "El amor que sabe a luz". Y ante eso el fuego estalla en risas, avivándose y chisporroteando. Podemos decir, como Urbano: "Yo sé bien que tu vida es poesía / un poema logrado verso a beso". "Tu tienes el poder de abrir el aire". Tanto que hasta sabe que "los mayores solo quieren / que alguien les escuche". Y, escuchando, aprender que la vida es lucha.

Los sentimientos se expresan con más claridad en esa intimidad que proporciona una reunión en torno al fuego del hogar. Y aquella mujer, anciana, al que todos escucharon, lo dijo también a la vera del fuego, con claridad meridiana, para que nadie crea que todo es de color de rosas: Mira mis manos, "son manos de bondad, pero por ellos (por mis hijos) dispuestas a luchar, no sé que harían". Y "llegaba el silencio". Los poetas del camino se levantan. Han visto y han oído. Saludan a Urbano Blanco Cea y prosiguen su camino. "Nihil novum sub sole".

José Mª Amigo Zamorano

lunes, 5 de noviembre de 2007

José Mª Amigo Zamorano: Amarga Hiel VIII

El joven albañil Al-Jaliloskar había emigrado a la aldea de Dulce Orballo hacia dos años. Nadie conoce las razones por las que se vino de su patria. Él no se lo ha contado a nadie. Pero su conflicto con un hermano gemelo es el origen de su emigración. Todo fue por una aventura que pudo terminar muy mal. Y muchas noches sueña con el incidente. El sueño basado en la realidad es más o menos así y cuando lo tiene, cada vez menos a menudo, se levanta sudando:



Mientras el temor y el tumor llegan a las gargantas de los gemelos, los gusanos esperan su turno. En la isla todo es silencio. Solo el rumor del agua rozando la arena blanquísima quiebra ese silencio que acongoja a los gemelos. Si no fuera por la sorda música del agua habrían enloquecido. El mar es la esperanza. Por allí vinieron a la aventura y por allí vendrá, si viene, su salvación.
Por una estúpida apuesta destruyeron la embarcación. Lo había leído uno de los gemelos en un libro. Un aventurero, para evitar que sus seguidores se arrepintieran, lo hizo hace muchos años: incendió las naves.
Después de romper la barca, contentos y alborozados por convertirse en héroes, corrieron por la isla. Jugaron al escondite. Se bañaron en el mar. Luego subieron a la mansión de sus padres, la única vivienda que había en la isla porque toda ella era propiedad de sus progenitores, se ducharon y comieron opíparamente. Después de la siesta, al bajar a la playa, una culebra les salió al paso. No era venenosa, pero la mataron. Eso les dejó un regusto amargo. Las culebras le repugnaban. En la playa se tumbaron el la arena boca arriba contemplando el cielo azul y abismándose en la profundidad del firmamento. Y aunque hicieron esfuerzos por comprender hasta dónde llegaría ese cielo que ahí tan azul se les ofrecía no llegaron a entender esa inmensidad. Eso no quería decir que no estuvieran a gusto. Lo estaban. Mucho. Si a algo se le puede decir felicidad era al estado en que ambos gemelos se encontraban a esa hora de la tarde.
De repente, casi al unísono, se levantaron y corriendo se metieron en el mar. Allí hubieran estado largo tiempo si no hubiera sido por la aparición de unas aletas que sospechosamente se iban acercando a ellos. Eran tiburones, lo que les provocó una gran inquietud, saliendo del agua inmediatamente.
Al principio se rieron, pero esa alegría les duró poco tiempo al darse cuenta, como se dieron, que en caso de que necesitaran huir de la isla, no podrían hacerlo nadando. Un motivo de pesadumbre que provocó que el ceño se les aborrascara metidos en reflexiones en las que los callejones sin salida eran protagonistas de primera.
El tiempo fue pasando inexorable. El sol estaba a punto de ponerse. Pronto las sombras de la noche se enseñorarían del contorno. Y vendrían más días y más noches. Y se les acabaría la comida…
Uno de los gemelos se enfrentó a su hermano:
-Tuya es la culpa. Tuya fue la idea…
-Ya. Pero no se te olvide que quien arrojó la piedra contra la barca fuiste tu…
-Eso solo fue una pequeña grieta que tú agrandaste con otra piedra…
-Y me animaste riéndote…
-Lo hacía como reflejo de tú risa…
-Si no hubieras venido a recordar lecturas pasadas nada habría ocurrido y ahora estaríamos de vuelta…
-¡Míralo! Ya no se acuerda que me propuso venir al islote de nuestros padres…
-Si sabías lo que iba a ocurrir, ¿por qué no me dijiste nada?...
-¿Qué pasa?... ¿Tú no piensas?...
-¿Por qué dices eso?... ¿Me estás llamando bobo?... Bobo lo serás tú…
-Bueno, un poco bobo si que eres…
-¿Yo?... Y tú gilipollas…
-Repite eso…
-¡Gilipollas!...
-¡Ah, si! Pues toma…
Y le soltó un puñetazo. El otro quedó un poco atontado con el golpe. Se tocó la nariz. Al ver sangre en sus dedos se encorajinó lanzándose contra su hermano al que arañó en la cara y tiró al suelo. Buscó este una piedra que agarró con la mano derecha y se levantó, pero el otro ya estaba corriendo a esconderse entre la maleza que cerraba la isla de la playa. Hacia allá lanzó la piedra el gemelo arañado. Oyó un grito de dolor y enseguida un silencio. Como estaba a la orilla del mar se lavó la cara. Sintió escozor. Comenzaba a oscurecer. Por el oeste ya el sol se había puesto y aparecía el horizonte teñido de rojo. Su rostro se ensombreció pensando en su sangre y en la de su hermano. Estaría sangrando por la cabeza porque cuando lazó la piedra y oyó el grito al mismo tiempo él había sentido un impacto, un golpe de algo duro en la cabeza. Seguro que le había dado a su hermano. Sintió pena. Iría hasta donde estaba su hermano. Harían las paces. Marcharían a la mansión. Buscarían por allá algo con lo que comunicarse. Total a pocos kilómetros está su pueblo. Desde aquí ya comenzaban a verse las luces. Avisarían los vecinos a sus papás. Pero no, primero se curarían, a continuación una ducha, más tarde cenarían… Atrancarían la casa, por si acaso. Nunca se sabe. Por la mañana avisarían. Sus padres estarían aún de viaje de negocios. No les molestarían. Se alarmarían sin motivo.
Iba pensando todo esto mientras se dirigía hacia el lugar por donde su hermano se metió. Aquí ha sido, se dijo. Separó algunas ramas. Su hermano estaba con la cara ensangrentada. Lo estaba esperando con un varapalo en la mano, que asestó contra la cabeza de su hermano hundiendo uno de sus nudos en el cráneo. Comenzó a sangrar desmayándose.
Al principio lo miró con odio y satisfacción. Fue un instante. Casi de inmediato se alarmó arrodillándose junto al cuerpo como muerto de su hermano.
-Por favor, hermano, despierto. No te mueras. Pero, ¿qué he hecho?...
Y lo zarandeó, lo abrazó, lo besó. No sabía qué hacer… Abrió los ojos el desmayado y al ver a su hermano inclinado ante él y todo ensangrentado dijo casi en un susurro:
-¿Qué te he hecho, hermano?
--Nada, hermano, yo si que te he herido. ¿Puedes andar?... ¿Si?... Vámonos a casa.
-Si, vamos. Se hace de noche. Y el camino es largo.
Mientras el temor y el tumor llegan a las gargantas de los gemelos, los gusanos esperan su turno. En la isla todo es silencio. Solo el rumor del agua rozando la arena blanquísima quiebra ese silencio que acongoja a los gemelos. Si no fuera por la sorda música del agua habrían enloquecido. El mar es la esperanza. Por allí vinieron a la aventura y por allí vendrá, si viene, su salvación
.

Hacemos un descanso en la presentación del joven albañil, Al-Jaliloskar, con una, ya tradicional, rubayata de Omar Khayyam. Estaa dice así:



Si tuviese en mis manos sobre el cielo poder,
Sin tardanza ninguna lo haría demoler
Y alzaría otro mundo en donde un hombre libre,
Sin cerrarle caminos, encontrase el placer.

viernes, 26 de octubre de 2007

José Mª Amigo Zamorano: Amarga Hiel VII



Dejamos a Dulce Orballo con la palabra en la boca. Estaba diciendo:

-¡Omar, Omar!... Se hace tarde, mi amor... y, a mi, me esperan en el puesto del mercado mi prima y el joven Al-Jaliloscar, mi albañil particular... Si tardo se van a impacientar, a inquietar… No solo eso… empezarán las habladurías… se desatarán las lenguas... y si comienzan a correr... ya no hay quien las pare… y mi padre me castigará… y no podremos volver a vernos más... y las devotas y los muy fieles seguidores islámicos cuchichearán por las esquinas… y los bulos rodarán y se harán grandísimos… y serán un pretexto para vigilarnos… para vigilarme… y si nos pillaran... ¡Alá es grande y nos pille confesados!... amándonos… no sé, no sé… podrían incluso lapidarme… ¡Alá el Misericordioso no lo quiera!...

-¡Anda!... haz un esfuerzo, cariño, y levántate… porque hay que bajar la pendiente… ya sabes que para subir tropezamos con numerosos obstáculos… aunque yo te ayudaré, mi vida… y date cuenta que cuesta abajo… cuesta abajo es aún más difícil… en algunas partes... ya vistes antes... las piedrecitas resbalan… y son muy traicioneras… y, tú, perdona que te lo diga… no te enfades... no estás para sufrir una caída… si te ocurriera algo grave… yo no sabría qué hacer... o tendría que dejarte aquí… solo... abandonado... para pedir auxilio…. y, además, ¿cómo justifico mi estancia, por estos andurriales, a tu vera?... no quiero ni pensarlo… porque entonces
tendrían motivos para cucuchichear... razones más que suficientes para interrogarme… hasta para maltratarme… a no ser... ¡Mahoma me perdone!... que te dejara en la pendiente... allí... maltrecho, herido… sufriendo... ni lo pienses... no sería capaz de dejarte, mi vida, caído... a lo mejor... tal vez... con la cabeza abierta, sangrando... porque te dolerías del abandono... por mi parte… y eso no… no me lo perdonaría en la vida… mi remordimiento no me dejaría vivir… la amargura me roería las entrañas… pensando... en las alimañas que de noche te atacarían…

-Pero, ¡bueno!, todavía sigues ahí… ¡mira que tranquilo!… ¡ni se mueve!… ¡y sigue emporrado!… oye, mira, tú verás… ¿vienes o me marcho?... porque tú no me conoces… para buena, buena, soy un rato… pero cuando me cabrean… no sé, no sé… vamos a ver… ¿te pasa algo?... ¿sigues cansado?... ¡ah!, ¡ya!, tu lo que quieres… es que volvamos a hacer el amor… ¡no!... mi vida, eso ni hablar… por ahí, mi amor, no paso… te pongas como te pongas...

Dulce Orballo, según hablaba, se iba indignando y subiendo de tono hasta retumbar en la cueva de manera ensordecedora… Pero algo le hizo callarse. Le vio, ahí, con los ojos cerrados, tan quieto, que, latiéndole el pecho, se inclinó hacia él alarmada:

-¡Diossssssss!... ¡Alá Misericordioso!... ¡Mahoma acórreme!... ¡Omar, Omar!... ¡Despierta!... ¡Mírame!... ¡Soy yo!... ¡Tu Dulce Orballo!...

Se arrodilló. Lo tocó con precaución. Estaba como tieso.

-¡Háblame!... ¡Cariño!... ¡No bromees conmigo!... ¡No me hagas esto!... ¡Dime algo!... ¡Por favor!...

Y lo besó, y lo zarandeó, y lo abofeteó, y lo abrazó llorando y diciéndole:
-¡Perdona, perdóname!...
Y nada… ni con esas... siguió sin moverse... Dulce Orballo lloraba como una desconsolada.

-¿Qué será de mi?... Me matarán... Estoy perdida...

Y se levantó y puso a dar puñadas en las paredes de la cueva… De repente prorrumpió en un gr
itó hasta casi desgarrarse la garganta:

-¡Noooooooooooo!

Y salió corriendo de la cueva, la cara demudada, los ojos saltándole de las órbitas... Y tropezando, corriendo y saltando siguió cuesta abajo...

Allá quedó Omar... desnudo, abandonado, solo... en la soledad más absoluta... Eso si, con la porra tiesa... Símbolo enhiesto de que había vivido... en la hoguera... de las vanidades… carnales... Y en carnículas se quedó... Para siempre... ¡Qué Alá lo acoja en su seno!

Una rubayata de Omar Khayyam pondrá broche poético a este relato verdadero:

A esa bóveda inmensa a la que llaman cielo,
bajo la cual vivimos y morimos los hombres,
no intentes levantar tus ojos implorantes.
No dudes que ella gira, como tú y yo, impotente.

José Mª Amigo Zamorano: Amarga Hiel VI

Tumba de Omar Khayyam


Vistos ahí, en mitad de la cueva, el uno junto al otro, juventud y vejez, hubiera extrañado a más de uno. Parecían dormidos. Aunque a ninguno le hubiera extrañado si hubieran sabido, como el que escribe lo sabe, de su caminata, de sus caricias y roces, de sus embelecos continuos, de su subida a la cueva cuesta arriba, para culminar con una coyunda carnal casi hasta la extenuación.
A Dulce Orballo se le había ido resbalando la mano del miembro viril de su Omar y descansaba blanca, blanda, suave y gordezuela en el bello que rodeaba el miembro de éste. Escena tierna que se quebró de repente al abrir, como abrió, los ojos la Dulce Orballo, tentó su cuerpo y diose cuenta de que estaba desnuda como su madre la parió. Se levantó y se puso, rápidamente, su caftán rojo, diciéndole a Omar:
-Venga, cariño, despierta que tenemos que irnos. Se hace tarde.
Lo miró brevemente. Pensó, al verlo ahí aun con la verga tiesa, que su ardor era insaciable aunque ella no pensara satisfacerlo más. Ya había puesto todo su empeño, hecho lo que sabía y, por hoy, bastaba. Giró en redondo y salió de la cueva. La luz le dio de golpe en los ojos y tuvo que entrecerrarlos. Estiró los brazos y dejó que la suave brisa le entrara por todas las aberturas del vestido. Estaba dichosa.
Extendió la vista poniendo la mano de visera. Desde su altura se divisaba, en primer lugar, la pendiente por la que habían subido, luego el arroyo y la arboleda y, más allá, el puente, tras del cual se abría la hermosa ciudad de Naishapur con el mausoleo dedicado a la memoria de Omar Khayam y las cúpulas de las mezquitas coloreadas unas de azul y otras verdiazules. Desde sus torres los almuédanos, con sus cánticos, convocaban a los fieles a la oración.
Se sentó en una piedra. Helechos y arbustos crecían por doquier. Las florecillas silvestres, el tomillo, el romero… perfumaban su soledad haciéndola muy muy agradable. Pero había que marcharse. Y él no salía. Se encaminó a la cueva.

-¡Omar, Omar! Se hace tarde y a mi me esperan en el puesto del mercado. Si tardo se van a inquietar. Y no solo eso…

Hemos cortado la filípica que, nuestra heroína, comenzaba a darle a su viejo enamorado (luego la continuaremos) para poner ya la consabida rubayata del bardo, astrónomo, matemático persa Omar Khayyam. Es la siguiente:

Yo, también, sembré, lo mismo que ellos:
la semilla de la sabiduría; y me he sacrificado
para que naciese. Cosecharé estas verdades:
que vine como el viento y me iré como el agua.


jueves, 6 de septiembre de 2007

Nordin Tidafi: 'Sol de mi Tierra' (5)

Paz en Guelma femenina y Tébesa la celosa.



Paz sobre mi Zácar definitivo, cadete inmediato del Yúyura.

Paz sobre Marengo agudo en la verdad de las vendimias.

Paz sobre Tlemcen la insospechada, desgranando sus jardines, y Máscara la alta, lasciva en sus praderas.

Paz sobre Perréguax, con nombre de sandía.

Paz sobre Arzeu abiertta como brazalete de bodas.

Paz sobre Mers-El-Kebir alargada como espada de Toledo.

Paz sobre Bel-Abbés vuelta de sus tambores sangrantes.



Ellos son la noche fértil temida al máximo.



Nordín Tidafi
(De la antología 'Diwan africano. Poetas de expresión francesa'. Selección, prólogo y notas de Rogelio Martínez Furé. Editorial Arte y Literatura 1988. Palacio del Segundo Cabo O'Reilly número 4, Habana Vieja. Ciudad de La Habana, Cuba)

martes, 28 de agosto de 2007

Las secretas colmenas, de J.-J. Rabearivelo

Las secretas colmenas están alineadas
junto a las lianas del cielo,
entre luminosos nidos.

Libad ahí, abejas de mis pensamientos,
pequeñas abejas aladas de sonidos
en el desnudo recinto de silencio;
cargaos de propóleos
perfumados de astros y de vientos:
taparemos con él toda grieta
que comunique con el tumulto de la vida.

Cargaos también de polen estelar
para las praderas de la tierra,
y mañana, cuando se cuajen
las salvajes rosas de mis poemas,
tendremos cinorrodones aéreos
y semillas siderales.


Jean-Joseph Rabearivelo

(Del libro de poemas 'Traduit de la nuit'. Copiado del 'Diwan africano, poetas de expresión francesas'. Selección, prólogo y notas de Rogelio Martínez Furé. Editorial Arte y Literatura, Palacio del Segundo Cabo O'Reilly Nº 4, La Habana Vieja, Ciudad de la Habana (Cuba), 1988)

domingo, 12 de agosto de 2007

Iswe Letu: La ociosidad trae cabreos

Por Iswe Letu


Fue a pasear su ociosidad. Empero, antes de seguir su sendero, quería dejar constancia que le hubiera gustado tenderse en prado de fina yerba, al lado de una piscina hecha para él solo.

Ya antes de comenzar la cuesta, la vio en su cama o en su casa o en su nido, que todo viene a ser lo mismo donde uno descansa.

Salió, como digo, a dar una vuelta por el pueblo; a ver, cómo, la vida corría sin necesidad de su concurso; a comprobar, una vez más, que el fluir de la existencia sigue, imparable, sin importarle que, garbanzo o pimiento, más o menos, entre en la cocedura o no.

Con esta amarga conciencia, de realismo extremo, caminaba calle arriba oyendo el rodar y rozar de coches sobre el asfalto mojado. Con el calor que hacía, seguro que el dicho asfalto saltaba de contento ante el doble despilfarro de agua. Doble, porque, por una parte, el agua venía saltando tapias de jardines privados y, por otra, procedía del desbordamiento de setos, por donde pasaba la tubería de goma, del riego por goteo, ¡qué risa!; agua que veía incrementado su caudal despilfarrador, calle abajo, de los alcorques de los árboles.

Árboles y plantas, adornaban de manera irregular todo lo largo de la calle. Decimos irregular, si, pues, puestos, como lo fueron, hace años, no habían sido cuidados con el debido esmero y, claro, algunos se habían secado, quedando de planta a planta, claros demasiado evidentes, lo que hacía de esta irregularidad, para qué negarlo, un verdadero adefesio.

Pero bueno, irregular o no, las fincas, con sus casonas a ambos lados de la carretera, lo agradecían. O, por lo menos, seguro que su precio se había incrementado un poco más. A los dueños les importaría un bledo, unas plantas mas o menos; ya, de por sí, sus jardines estaban de flora a rebosar. Por cierto, bien protegidos. Por muros de considerable altura. Así impedían que su intimidad fuera violada por miradas impertinentes. De modo que, los setos y árboles callejeros, ni los veían.

Había salido a pasear.

Dicen los higienistas que es muy bueno para la salud…

Y él decía, porque tenía su opinión al respecto, que, igualmente bueno para la salud… ¿igualmente bueno?... ¡no!, ¡mucho más!, era tumbarse en una hamaca bajo el palmeral rumoroso de playas caribeñas; por ejemplo: las de Cuba; o tirado en arena suave y blanquísima de un paraíso tropical cualquiera (para qué discriminar a nadie) con olas de movimiento blandengue, cansado, mecidas por brisas con aromas de jazmines (u otros aromas cualesquiera, buena gana de relegar a unos por otros) y el agua, claro, casi, en calma chicha…

"Bueno, sí -lo reconocía- es verdad la bondad del pasear, sin necesidad de que higienistas u otros ‘istas’ lo digan; pero siempre en unas determinadas condiciones… Porque, pienso yo -se decía- el solo pasear, sin más ni más, no vale… Porque, vamos a ver, ¿alguno ha tenido en cuenta el efecto malsano que puede tener el cabreo que produce, en el caminante, como yo, la cara insultante de las mansiones citadas, exhibiendo, obscenas, su riqueza?…"

No. No lo han tenido en cuenta.

"Son científicos de andar por casa, de tres al cuarto, de pacotilla, o... me callo porque sino… la lío".
"Pero… -y se paraba- no, no, yo lo voy a decir… Voy a decir lo que hago frente a esas putas casas: aprieto los puños, arrugo el ceño y sigo adelante, ya de mala leche todo el camino. Y porque no me queda otro remedio... Aunque bien quisiera asaltarlas, nacionalizarlas, municipalizarlas, comunizarlas… Pero sigo el paseo como un gilipollas... Y eso que estoy convencido de que estaría mejor junto a una piscina echado a la bartola. O zambulléndome en el agua sin que nadie pudiera atisbar ni un pelo, de mi poblada piel de mono hecho hombre. ¡Ah, qué gozo, qué placer!... sería tirarme en la yerba todo lo largo que soy… ser acariciado por el aire y el suave y húmedo césped…".

Como esa que veía ahí arriba. Y que la había atisbado nada más emprender el camino calle arriba. En ese rascacielos verde. Como un abeto. Grandísimo. Exhibiendo su veraneo en la cúspide. En la cima. En lo más alto. Y en medio de la finca. De esa mansión.

"Para envidia de los que vamos a ras de suelo, como gusanos", pensó.

La miró fijamente: allí estaba con su colorido binario: como una gran dama: de blanco y negro: en actitud lánguida: desmayada: desmadejada: suelta: toda tumbada, como a él le hubiera gustado hallarse, en lugar de pasear respirando el humo, la mierda que despiden, por los tubos de escape... a veces, casi a chorros negros y otras, en suaves humaredas de un gris blanquecino, esos automóviles que pasan continuamente.

Respirando muerte lenta, pero muerte.

Y además, para mas inri, nos contemplan, desde los ventanales de sus palacetes, (porque algunos lo eran), ricachones que, a esas horas, levantan los culos de sus camas o poltronas. O incluso permanecen en ellas riéndose de los que, como él, observan con envidia, con ansia, no sólo porque quisieran poseer la casa, sino poseer y yacer con su matrona y, si fuera posible, en el propio tálamo.

"Pero no tenemos otra alternativa -se dice para si- que seguir zambulléndonos en el aire viciado, ya que no podemos hacerlo en la propia piscina, por el humo de los coches. Muchos conducidos por hijos, sobrinos o nietos de esos mismos gandules que, sin haber dado un palo al agua, tienen todo el agua que quieren, piscinas enteras… ¡hostias!"

Se paró en mitad de la cuesta. Miró hacia atrás. La volvió a ver. En el abeto rascacielos. El negro de su vestimenta se disimula un poco con el verde oscuro del rascacielos, pero el blanco, ¡ah el blanco!, cae, alargándose, hacia un lado. Como si quisiera escurrirse. Una demostración palpable…

"¡Alto ahí!... -exclama para sus adentros- Más que palpable, que más quisiera yo, visible... de cómo se deja acariciar por el viento de la altura. De esa altura donde goza del verano, sin importarle lo más mínimo lo que puedan murmurar, -para murmurar ya lo hace ella-, los mirones: como yo, que la contemplo alelado."

Su equilibrio sobre el abismo da hasta miedo; y envidia y rencor... por no poder estar donde ella se encuentra: en posesión del dominio placentero de los sentidos; así, en plural...

No se puede aguantar más. Siente la irresistible atracción de ella. Coge los prismáticos. Como un viejo verde. Como un voyerista. Es un placer que se puede permitir. Este sí. Un instrumento, además, que le hace volar de nido en nido, de ventana en ventana... Ahora lo ve todo perfectamente. No es lo que pensaba. Ni por asomo.

¡Pobre! La cigüeña está muerta en lo que parece un abeto centenario. Altísimo. Como rascacielos. Su cuello y su pico caen de un lado, nido abajo. Eso es lo que semejaba una postura desmayada, desmadejada, tumbada…

"Los del chalé, por lo que se ve, se han cansado de oír el machaqueo del ajo de la cigüeña. Y, como está en su finca, la mataron. ¡Malditos! ¡Ricos tendrían que ser para ser buenos! Una república les bajaría..."

martes, 7 de agosto de 2007

Álvarez del Burlo: Bienestar, Armonía: Concha Barbero de Dompablo

Por Álvarez del Burlo

Tal vez lo que mejor defina el libro que vamos a comentar es que los cambios cuantitativos conducen a transformaciones cualitativas. Al fin y al cabo es lo que nos viene a contar Concha Barbero de Dompablo. La cual, en su libro, Palabras para el Bienestar (Un camino hacia la armonía y la plenitud vital), que así se rotula el viaje emprendido, hacia ese estado de felicidad, por la autora. Lo inicia con la pregunta "¿Eres feliz?". Una interrogación necesaria que indica de manera transparente, sin engaños, sin subterfugios, que si la respuesta es afirmativa no es necesario adentrarse en las procelosas aguas de su trayectoria. En cambio, si la respuesta que se da es negativa, adquieren relevancia las Palabras para el Bienestar que han de conducir, irremediablemente, al capítulo último: "Vives el ahora. Te encuentras con tu ser".

Pero, que nadie se llame a engaño con eso de utilizar el vocablo 'Palabra', pues no se trata de un hablar por hablar, pura palabrería, no; es, en realidad, la experiencia de la autora con el fin de llenar de contenido su vacío... aunque 'vacío', para ser exactos, no es la palabra adecuada... mas bien de llenarse de otra manera, porque, en puridad, nadie está vacío absolutamente; nadie, nunca, está en pura cáscara...En fin, lo que la autora necesita es un cambio, un cambio de personalidad, para una transformación, si cabe, del mundo: un mundo que no le gusta y nos lo repite varias veces. Empero que algun@s no se pongan en guardia, a la defensiva, su experiencia vital no va en la dirección de poner patas arriba la estructura y superestructura de la sociedad en la que viven... tan a gustito, no: en absoluto; aunque, bien mirado, si se consigue acceder a ese estadio, el mundo marcharía mucho mejor.

Para esa transformación de ella, de Concha Barbero, es imprescindible arribar a un conocimiento cabal de ella misma, como recomendaba Sócrates con su imperiosa exclamación "¡Conócete a ti mismo!".Y es aquí donde comienza su viaje, no exento de dificultades, de trampas, de vericuetos que tiene nuestro ser, labrado a lo largo de muchos años, y semejantes, a veces, de callejones sin salida que, solo, la voluntad de la autora consigue traspasar.

Poco a poco va consiguiendo salvar vaches sin cuento, aunque, hay que decirlo todo, no es, en modo alguno, un camino erizado de espinas, ascético, se recomienda no tomárselo a la tremenda; es decir: sin traumas, sin estridencias, sin alaridos... un periplo en derredor de ella misma: limpiando impurezas, arrancando rebabas, desechando vanalidades, apartando lugares comunes, arrinconando contradicciones muy arraigadas en el común de las gentes... Un día, de repente, se notará otra, siendo ella misma. Un paso más allá y las pequeñas estupideces desaparecen, la insustancialidad se volatiliza, la ironía nace, el buen humor se impone. Ella ha cambiado y con ella el entorno, que la envuelve, la arropa, la cubre, la encastilla. Por eso decíamos al principio que la cantidad deviene en cualidad.

Ya ha llegado al 'Vivir el ahora. Se encuentra con su ser'. Entonces grita, grita de alegría, se emociona, salta, ríe y, sin importarle el qué diran, se pone a bailar sin ton ni son, porque le apetece... Ella es feliz. El mundo es feliz: ha llegado a la Armonía y a la Plenitud Vital y colorín colorado...

Pero no, no es un cuento, es camino para librarnos de contradicciones que se nos adhieren pegajosamente al ser como una lapa; camino para adquirir la coherencia precisa para andar por el mundo con dignidad. Tal vez no nos convenza este modo de ver la realidad, pero es indudable que para ser felices, primero y principalmente, hay conocerse a uno mismo. Este libro nos coloca en el buen sendero. Lean, leanlo, el libro de Concha Barbero. Además está muy bien escrito. Con palabras llanas. "Llaneza muchacho que toda afectación es mala", nos aconsejaba Cervantes. Pues eso, libro llano. Rara avis en uno primerizo como este de Concha Barbero de Dompablo.

Álvarez del Burlo

(Marqués de Los Hoyos y Conde de Las Rendijas)

lunes, 6 de agosto de 2007

Concha Barbero: acerca de Bienestar, Armonía y Plenitud Vital


Si alguna vez se siente la imperiosa necesidad de seguir el consejo de Sócrates “Conócete a ti mismo” hay que leer el libro de Concha Barbero de Dompablo, Palabras para el Bienestar de Ediciones Obelisco, julio de 2007. Sabemos que, para muchos, no tiene sentido este consejo porque siempre se sienten acompañados por uno mismo en el viaje de la existencia. De modo que nadan, como pez en el agua, no sintiendo las contradicciones como cosa extraña. Pero hay algunos que sí, que se sienten impelidos a meterse y hurgar en los entrañas, entre los entresijos de su espíritu, con el fin, principalmente, de sentirse bien. Quieren ser completamente felices. Ellos. Solo ellos. Además, siguen el dicho popular: ‘La caridad bien entendida empieza por uno mismo’.

Una de esas personas es Concha Barbero que nos narra su experiencia en pos de ese conocimiento en el libro, del que hemos hecho alusión más arriba. Un libro con estilo y estructura de los denominados de autoayuda. Comienza con la pregunta “¿Eres feliz?”, porque de lo que se trata, en este paso por la vida, es hacerlo en la felicidad completa. Y termina con unas afirmaciones: “Vives el ahora”, “Te encuentras con tu ser”.

Mas, para llegar a ese feliz término ha tenido que descargar las lógicas anormalidades intelectuales que se le habían adherido a su ser como una lapa. Ha tenido que diseccionarse, analizarse, inspeccionarse, desprenderse de las mayores rebabas posibles, chocantes con la coherencia a la que todo individuo aspira, en pos de llegar a ese paraíso, al que siempre ha aspirado el Hombre con mayúscula: la Isla de la Armonía y de la Plenitud Vital dentro de un mundo feroz, decimos nosotros. Hay que decir que su cambio no es la quiebra revolucionaria de las estructuras sociales y económicas que le rodean. Como Carlos Marx, por ejemplo (hablando de Carlos Marx habría que decir que él opinaba que la felicidad se obtiene logrando que el trabajo personal de uno consiga hacer felices al mayor número de personas posibles) Y no, por ahí no van sus tiros. La transformación a la aspira Concha Barbero de Dompablo, y según ella lo va logrando, se refiere a las pequeñas cosas que afean su entorno, a las pequeñas actitudes malsanas, a los errores diminutos de comportamiento que pueden hacer de la existencia cotidiana un infierno o, por el contrario, darle la felicidad. Es, pudiéramos decir sin ironía, un cambio de andar por casa: el día a día de la autora con lo que le rodea. Pero, hay que recalcarlo, es, sobre todo, a ella, por ella y para ella, el esfuerzo que pone en la mirada escudriñadora. Si ella consigue la coherencia, si ella consigue apartar las contradicciones de las que está llena nuestra existencia, se cambia todo, se transforma todo: se liman asperezas, se limpia uno de maliciosos comportamientos... entonces no se juzga, se sabe perdonar, se olvida, se ríe, se es responsable, piadoso, caritativo…

Nos va narrando su experiencia y cómo logra su empeño, con las consiguientes compensaciones que recibe por cada conquista alcanzada. De cuando en cuando nos aconseja para que también nosotros alcancemos el Éxito; que no está colmado de riquezas materiales, sino de felicidad, de gozo... Ese es el éxito: conseguir la felicidad. Esa es su lucha, cuya palabra (lucha) no le gusta sino paciencia, piedad, amor, perdón olvido, armonía…

Palabras para el Bienestar. Un libro de 90 páginas donde se condensa su experiencia.

Se podrá estar, o no, de acuerdo con este planteamiento, pero lo que si está claro es que plantea una cuestión importante: cómo ser coherente. Y como para ello, para apartar las contradicciones, se necesita hurgar en uno mismo, analizarse...

Un libro que nos enfrente a nosotros mismos y que, además, está bien escrito, con un lenguaje claro, sencillo, sin una palabra más alta que otra y con la cita oportuna y popular en su lugar apropiado. Para ser su primer libro, es un buen comienzo que augura, otros, que serán interesantes de leer. Enhorabuena, Concha.

Fdo: José Mª Amigo Zamorano

sábado, 28 de julio de 2007

Ezequiel Martínez Estrada: Títere de pies ligeros

Cuando se lleva al drama
la vida, se la niega;
y si algo se trasiega
mucho más se derrama.


E. M. Estrada

jueves, 26 de julio de 2007

Iswe Letu: Eu mesmo



Nostalgia: es la Magia,

esa rama o rampallo

del árbol tutelar

do está subido el gallo.

martes, 24 de julio de 2007

Matsuo Basho: Desde la punta de la hierba

Desde la punta de la hierba
tan pronto como cae
emprende el vuelo la libélula.

Matsuo Basho

viernes, 20 de julio de 2007

Iswe Letu: Frasecillas

Orinando en la afiligranada
flora a través
de las hendiduras de su cárcel.

Iswe Letu: Acercándose al haiku

Mi corazón de caudales
perdidos
a lo largo de los años.

martes, 12 de junio de 2007

Forugh Farrojzad: En las verdes aguas del verano

EN LAS VERDES AGUAS DEL VERANO
de Forugh Farrojzad


Más sola que una hoja
con la carga de mis lejanas alegrías
tranquila, lenta, silenciosamente fluyo
en las verdes aguas del verano
hasta la tierra de la muerte
hasta la orilla de las tristezas otoñales
Me abandoné a una sombra
a la volátil sombra del amor
a la fugaz sombra de la felicidad
a la sombra de lo efímero
Esas noches en que una brisa perdida da vueltas
por el bajo cielo del corazón doliente
esas noches en la que asciende una niebla sangrienta
por las azules callejuelas de mis venas
esas noches en que estamos solos
con los temblores del alma, solos- en el latido del pulso hierve
la sensación de la existencia de una existencia enferma
“En la espera de los valles hay un secreto”
Esto sobre las aterradoras rocas
de las cumbres montañosas lo grabaron
aquellos que en su línea de caída
vertieron una noche en el silencio de los montes
una súplica amarga
“En el desasosiego de las manos llenas
no está la tranquilidad de las manos vacías
bello es el silencio de las ruinas”
Esto cantaba una mujer en las aguas
en las aguas verdes del verano
como si viviera en las ruinas
Nosotros uno a uno con el aliento
nos contaminamos
Contaminados por la pureza de la felicidad
Tenemos el ulular del viento
palidecemos porque las sombras de la duda
penetran por los jardines de nuestros besos
y en todas las fiestas del palacio de la luz
temblamos de miedo al derrumbamiento
Ahora tú estás aquí
abarcando como el aroma de las acacias
las callejuelas de la mañana
pesando en mi pecho
ardiente en mis manos
enajenado ardiendo desmayado en mi pelo
Ahora tú estás aquí
Algo extenso oscuro abundante
algo inquieto como la voz lejana del día
por mis pupilas tristes
gira y se extiende
Tal vez me recogen en un manantial
Tal vez me cortan en una rama
Tal vez me cierran como una puerta
dejando fuera los instantes futuros
Tal vez…
No veo más
Brotamos en una tierra llena de maleza
Llovimos en una tierra llena de maleza
Vimos la “nada” en los caminos
montada en su gualdo caballo alado
avanzar como una reina
¡Ay! somos felices y sosegados
¡Ay! somos melancólicos y apagados
felices porque amamos
melancólicos porque el amor es una maldición.
Forugh Farrojdad ( Teherán , 1935-1967)

viernes, 4 de mayo de 2007

Forugh Farrojzad: Pecado

Pecado

He pecado y era un pecado lleno de placer
junto a un cuerpo tembloroso y desmayado
Dios, no sé qué he hecho
en aquel lugar privado, oscuro y silencioso
En aquel lugar privado, oscuro y silencioso
me fijé en sus ojos llenos de secretos
En mi pecho anhelante temblaba el corazón
por la pasión de sus ansiosos ojos
En aquel lugar privado, oscuro y silencioso
me senté junto a él desconcertada
sus labios vertieron en los míos el deseo
me libré de la tristeza del corazón desbocado
Murmuré en su oído la historia del amor
Te deseo, oh alma mía
Te deseo abrazo que das vida
a ti, mi loco amante
El deseo estalló en llamas en sus ojos
El vino tinto bailó en la copa
Mi cuerpo en el suave lecho
sobre su pecho tembló ebrio
He pecado y era llena de placer
en un abrazo suave y ardiente
He pecado entre unos brazos
cálidos, rencorosos y de hierro.

Forugh Farrojzad
('Nuevo Nacimiento')






Forugh Farrojzad: Frases

Frases de Forugh Farrojzad No estoy de acuerdo con encerrarse en las habitaciones .... El mundo solitario abstracto de cada uno debe de ser el resultado de sus paseos ...mirar para poder ver y para poder elegir.

Deja que me llene de pequeñas gotas de lluvia, de tiernos corazones, de formas de niños no nacidos...deja que me llene tal vez mi amor sea la cuna para el nuevo Mesías por nacer.

Ahora una vez más en la noche apagada como plantas crecen murallas de clausura, murallas fronterizas para custodiar los campos de mi amor.


La vida quizá es una larga calle por la que pasa cada día una mujer con una cesta, quizá es la cuerda con la que un hombre se cuelga de un árbol. La vida quizá es el niño que vuelve de la escuela, quizá es ese cigarrillo que se enciende en la pausa entre dos abrazos o esa mirada absorta del transeúnte que se quita el sombrero y saluda: ¡"buenos días"! con una sonrisa insignificante.


Un pájaro que murió me dio un consejo: ten siempre en la mente el vuelo.

Vuelve conmigo, soy incapaz de hablar porque te amo, porque "te amo" es una palabra que viene del mundo de lo vano y de lo viejo reiterado, vuelve conmigo, soy incapaz de hablar.

La obra creativa es una suerte de lucha para mantener la existencia, o bien perpetuarse; es negar el sentido de la muerte. A veces pienso que está bien que la muerte sea una de las leyes de la naturaleza. Y, con todo, es a esta luz donde el ser humano se siente pequeño y humillado. Este es un dilema respecto al que nada puede hacerse. Uno no puede ni siquiera luchar para eliminarlo.

En la oscuridad te llamé, todo era silencio y una brisa que se llevaba la cortina. En el cielo apagado una estrella ardía, una estrella partía, una estrella moría.

Toda la noche allí en mi pecho hubo quien jadeaba de desesperación, quien se levantaba, quien te deseaba y sus dos manos frías volvía a rechazar.

Yo en mis poesías no busco nada. Sino con ellas me encuentro a mi misma.

Como muñecas mecánicas se puede ver el mundo con ojos de porcelana y dormir año tras año, en una caja de terciopelo entre paletas y tul con el cuerpo relleno de paja se puede, a cada escandalosa caricia, sin ninguna razón gritar: Oh, que feliz soy!.

Estoy pensando que...podría de pronto abrir las alas, volar fuera de esta silenciosa prisión, reír en la cara de mi carcelero y, junto a ti, empezar a vivir de nuevo.
Frases de Forugh Farrojzad

Mi existencia entera es un verso oscuro.

Ahora acércate más y escucha los obsesivos latidos del amor que se propagan como el tam tam de los negros tambores en el canto tribal de mi cuerpo.

Vuelve conmigo al inicio de mi cuerpo, al perfumado centro del feto, al instante en que de ti fui creada, vuelve conmigo, de ti estoy incompleta.

Cada vez que hago un poema, pienso que algo se arranca de mí, algo que ofrezco a los demás.

La poesía para mi es una ventana, cada vez que me acerco a ella se abre por su cuenta. Yo me siento allí. Miro. Canto. Grito. Lloro. Me cuelgo a la imagen de los árboles, y sé que en la otra parte de la ventana hay un espacio y alguien se está escuchando. Alguien que podrá haber dentro de 200 años o habrá existido hace 300 años. No importa. La ventana es un instrumento para relacionarse con la existencia, con la existencia en su extendido significado.

Si vienes a casa, tráeme, amor mío, una luz y una ventana desde la que pueda ver la felicidad que bulle en la calle.

La vida quizá es ese instante sin continuidad en que mis ojos se derrumban en los tuyos...

Hay una calle que mi corazón se ha robado de los barrios de mi infancia.

Vengo, vengo, vengo y el umbral se llena de amor y yo, en el umbral, a los que aman y a la muchacha que aún está aquí en el umbral lleno de amor saludaré de nuevo.

Frases tomadas de

Forugh Farrojzad: Biografía

Sobre Forugh Farrojzad

Nacimiento: ? de ? de 1935

Lugar: Teherán, Irán

Fallecimiento: 14 de Febrero de 1967

Lugar: Teherán, Irán

Biografía:

Gran poetisa iraní. A lo largo de su breve vida llevó a cabo incesantemente una doble lucha en el campo de la libertad artística e individual. Su concepción de la poesía como espejo y forma de conocimiento hicieron que gracias a sus versos emergiera por primera vez en la literatura iraní la verdadera voz de la mujer. Su frescura y la naturaleza claramente femenina de sus poemas junto con la vitalidad y la fuerza de sus versos, la sinceridad, sencillez y transparencia de su visión de los hombres y de la vida sacudieron a la sociedad iraní de su época, siendo perseguida y repudiada. Murió trágicamente cuando el coche que conducía se estrelló contra un muro.

Tomado de http://www.frasesypensamientos.com.ar/frases-autor.html?autor=1300

viernes, 27 de abril de 2007

Forugh Farrojzad: Solo el sonido permanece

TOMADO DEL BLOG 'Islas en la Red'

Esto es un descubrimiento surgido, una vez más, de una conversación. Una conversación surgida a raíz de la reciente entrada que dediqué a Amonal y otros poemas, de Enrique Falcón. A raíz de su lectura, Polizón, me pone sobre la mesa a Tawfiq Zayyad, yo embido con Mahmoud Darwish, pero él contraataca con Forugh Farrokhzad… Y yo asumo sin ambages mi ignorancia. Polizón, en su comentario, nos hace el trabajo de presentar a esta poeta iraní:

Nació en Teherán en 1935 y murió en 1967 en medio de “extrañas circunstancias” (¿servicios secretos iranies?). Se casó a los 16 años y tuvo su único hijo a los 17. A los 18 escribió “La cautiva”, su primero libro de poemas. A los 19 lo publicó. Fué repudiada por su marido, perseguida por los dirigentes de teherán y apartada de su único hijo al que no volvería a ver nunca. En 1956 tuvo que escaparse de Irán ayudada por la esposa de un catedrátco de la universidad de Teherán. Temía por su vida. Estuvo 6 meses deambulando por Europa, durante los que escribió “El muro” su segundo libro. Se establece en Francia. En 1958 publica “Rebelión” tercer libro y comienza una relacion con Ebrahim Golestan, cineasta persa igualmente exiliado, que la acercará al mundo del cine. En 1964 publica “Nuevo Nacimiento” y el año de su muerte “Tengamos fe en el inicio de la estación del frío”. Como cineasta grabó varios cortometrajes, pero sin duda el más grande de ellos y de todo el cine oriental es sin duda “La casa es negra” que inaugura toda la tradición del cine iraní contemporáneo y que ha sido injustamente olvidado. Una obra de arte terrible, dolorosa, que te destroza por completo. Una anécdota de ese rodaje es que Forugh adoptó a un niño nacido en la leprosería de Tabriz, en la que rodó el corto. Esta noche te copio unos poemas de “Nuevo nacimiento”, mientras tanto éxale si quieres un ojillo a esta page:http://www.forughfarrokhzad.org// tienes fotos una biografía extensisima y entrevistas. Ya verás como poco a poco te vas enamorando de la diosa. ES ya pero estoy seguro que lo será cada vez más un mito sobre la libertad del individuo frente al mundo, las tradiciones y las fuerzas del poder. Como ella decía: “si sólo quedará lavoz…¿Por qué callarme?”.

Bueno, pues me puse a ello, y la verdad es que encontré a una autora muy interesante, de la que apenas hay material en castellano, al menos en la Red. De los poemas que leí de Farrokhzad (en su versión inglesa, porque ella escribía en farsi, su lengua materna y no, no sé farsi, perdonen la decepción). Me llamó especialmente la atención Sólo el sonido permanece. Mi versión al castellano la hago sobre la previa al inglés de Michael C. Hillman, con lo cual es muy probable que mi versión (en algunos de cuyos puntos aún tengo dudas, digamos que es una beta, como está de moda…) y el poema original no se parezcan en nada. Pero eso es lo “divertido” del juego/arte de las versiones en poesía. En todo caso, espero que les guste:

leer más

Sólo el sonido permanece

¿Por qué debería pararme? ¿Por qué?
Los pájaros se han ido en busca
de la dirección azul.
El horizonte es vertical, vertical,una fuente alzándose;
y en los límites de la visión
los planetas brillando tejen
la elevación de la tierra, repitiéndose,
y los respiraderosse vuelven túneles conectados;
y el día es una inmensidad,
que no abarcan las estrechas mentes
de los gusanos de la prensa.
¿Porqué debería parar?
La carretera atraviesa los capilares vitales,
la calidad del entorno
en el seno del útero lunar
matará las células corruptas.
Y en el espacio químico tras el amanecer
solo hay sonido,
Sonido que atraerá las partículas del tiempo.
¿Por qué debería pararme?
Qué puede ser un pantano.
Qué puede ser un pantano sino un nidal
de insectos corruptos.
Los cuerpos hinchados garabatean reflexiones
de tanatorio,
el afeminado oculta
sus carencias en lo oscuro
y el bicho… ah,
cuando habla el bicho
¿por qué debería callarme?
El esfuerzo de los tipos móviles es vano,
no salvará la reflexión humilde.
Soy descendiente de la arboleda
Respirar aire viciado me deprime.
Un pájaro moribundo me aconsejó
confiar el vuelo a la memoria.
El último grado de la energía es la unión,
lazada al brillante principio del sol
derramando la comprensión de la luz.
Es natural que los molinos se derrumben.
¿Por qué debería pararme?
Aprieto en mi pechoverdes gavillas de trigo
y las amamanto.
Sonido, sonido, sólo sonido,
El sonido de los deseos limpios
Del agua fluyendo,
El sonido de la luz caída de una estrella
Sobre la vulva de la tierra
El sonido del vínculo del esperma del significado
con la expansión de la mente compartida en el amor.
Sonido, sonido, sonido,
sólo el sonido permanece.
En tierras de enanos
La unidad de medida
anda siempre en la órbita del cero.
¿por qué debería parar?
Obedezco a los cuatro elementos:
y el trabajo de gobernar mi casa
no es asunto
del gobierno local de los cegados
¿Qué me importa el largo gemido
del sexo de los animales?
¿Qué me importa el rastrero caminar de los gusanos
en este vacío carnal?
Los sangrantes ancestros de las flores
Me han confiado su vida.
¿Has oído hablar de los sangrantes
ancestros de las flores?

Posted by Daniel on Febrero 15th, 2006

miércoles, 17 de enero de 2007

Najmeh Shobeyri: UN ENCUENTRO CON LA POESÍA DE IRAN



FORUGH FARROJZAD:UN ENCUENTRO CON LA POESÍA DE IRAN

por Najmeh Shobeyri (*)

A Daniel Salgado alquimista de versos, quien me ha guiado para encontrar en las palabras de Occidente el mismo significado de Oriente

"Cada vez que hago un poema,
pienso que algo se arranca de mí,
algo que ofrezco a los demás"

Forugh Farrojzad


Hablar de la poesía persa moderna, es hablar de Forugh Farrojzad (Teherán, 1934 - 1967 [1312 / 1345 H. S.]). Poetisa contemporánea no sólo por razones cronológicas, sino de modernidad: su poesía, presente, actualísima, nos llega con voz del pasado, añeja de sabiduría y belleza, para armonizar, el pudor de la mujer oriental, el grito de una mujer que se sabe diferente, con la independencia aparente de la mujer occidental y la inocencia de toda mujer. Su nombre es sinónimo de rechazo, de escándalo, casi de vergüenza, por romper con la tradición -no sólo literaria precisamente- y enfrentarse a ella con palabras valientes y sencillas.

Su primer libro, a los 17 años, sacudió el ambiente literario iraní hasta el punto de provocar una conmoción social y pública -a más de literaria, obviamente- que suscitó o bien el apoyo incondicional de crítica y público o bien el más absoluto desdén.

Sus libros: Cautivo, Rebeldía, Muro, Renacer, Creemos en el comienzo de la estación fría.

¿Su biografía?, oigamos a ella: '¿Qué significa una biografía?, bien pues uno nace un día, uno es su padre y qué?...'

Aparte de sus libros, dos largometrajes, además de miles de seguidores, para bien o para mal.

Quizá el dolor se pronuncia igual en todo el mundo, pero hay diversidad de voces, de combinaciones, y cuesta saber de dónde parte el dolor universal y cuál es el grito y cuál es la rabia de cada cultura. Forugh ha creado su propio "¡Ay!", su propio mundo, su propio dolor, con él se expresa: "No estoy de acuerdo con encerrarse en las habitaciones .... El mundo solitario abstracto de cada uno debe de ser el resultado de sus paseos ... Mirar para poder ver y para poder elegir."

Lo que escribe Forugh no es fruto de experiencia personal, digamos, sino mas bien al contrario; llega al interior y al exterior de si misma a través de lo que escribe: " ... Yo en mis poesías no busco nada. Sino con ellas me encuentro a mi misma... "

Aunque los críticos hablan de parecido entre Forugh y T. S. Eliot, tanto como de Edit Sitol, no son influencias sino paralelismo, debido a su conocimiento y estudio de la antigua Biblia, así como su interés por el cine, en especial su dura experiencia en él, en la casa de leprosos de Mashhad y Tabriz.

Para terminar este breve prólogo, he aquí una bella definición de poesía:

"La poesía para mi es una ventana, cada vez que me acerco a ella se abre por su cuenta. Yo me siento allí. Miro. Canto. Grito. Lloro. Me cuelgo a la imagen de los árboles, y sé que en la otra parte de la ventana hay un espacio y alguien se está escuchando. Alguien que podrá haber dentro de 200 años o habrá existido hace 300 años. No importa. La ventana es un instrumento para relacionarse con la existencia, con la existencia en su extendido significado ...".

Nota:

El calendario persa, comienza con el equinoccio, comienzo de la primavera. Tomando como año cero, el viaje del profeta del Islam, de la Meca a Medina.Héjira (heyri) solar. Ahora, por tanto, estamos en el año 1376.

Sumario:

"contemporánea, presente,actualísima, añeja de sabiduría y belleza, para armonizar, el pudor y el grito de una mujer oriental que se sabe diferente, con la independencia aparente de la mujer occidental y la inocencia de toda mujer"


(LEIDO EN LA SECCIÓN 'El mirador del mundo' DE LA REVISTA 'CAMINAR CONOCIENDO', AÑO 1997, PÁGINA 36, NÚMERO 9)

FORUGH FARROJZAD: Regalo


Regalo


Lo digo desde el final de la noche,
desde el final de la oscuridad,
lo digo desde el final de la noche.
Si vienes a casa,
tráeme, amor mío, una luz
y una ventana
desde la que pueda ver
la felicidad que bulle en la calle.


Forugh Farrojzad

Traduce: Najmeh Shobeyri


EN 'CAMINAR CONOCIENDO', NÚMERO 6 AÑO DE 1997

FORUGH FARROJZAD: muñeca de cuerda

FORUGH FARROJZAD: Muñeca de cuerda

Es posible un silencio aún mayor
y más largo.
Con la mirada fija de los muertos
en el humo del cigarrillo,
en la forma de la taza,
en la flor sin color de la alfombra,
en una línea imaginaria en la pared.
Es posible apartar la cortina
con violencia, y mirar
la lluvia en la calle,
el niño que se refugia
con sus cometas,
el carro desvencijado que abandona la plaza
apresurado y ruidoso.
Es posible seguir aquí,
detrás de la cortina, sin ver, sin oír.
Es posible gritar,
con una voz falsa, dura, ajena:
"Quiero".
Es posible convertir a una joven sana y hermosa
-en los rudos brazos de un hombre-
en un cuerpo cuya piel sea de cuero.
Es posible mancillar el amor
en la cama de un borracho, de un loco, de un nadie.
Es posible humillar sin parecerlo,
cada misterio.
Es posible dedicarse a resolver un pasatiempo.
Es posible la alegría al descubrir una respuesta sin sentido,
una respuesta vana, cinco o seis palabras.
Es posible arrodillarse para siempre,
la cabeza baja, frente a un sepulcro frío.
Es posible ver a Dios en un pudridero de confusión.
Es posible creer a cambio de unas monedas.
Es posible pudrirse en los cuartos de una mezquita,
como un santo varón.
Es posible obtener el mismo resultado
en una suma honesta, siempre la misma.
Es posible equiparar tus ojos en la cólera,
al descolorido botón de unos zapatos viejos.
Es posible evaporarse, como el agua del charco.
Es posible ocultar en el fondo de un barrila belleza de un momento de pudor,
como una fotografía en blanco y negro, fugas, grotesca.
Es posible colgar del marco vacío del día
la imagen de un condenado, vencido o crucificado.
Es posible cubrir con caritas las fisuras de la pared.
Es posible mezclarse con las imágenes más absurdas.
Es posible ser como las muñecas de cuerda,
ver el mundo con ojos cristalinos.
Es posible dormir largos años
en una caja de lana,
con el cuerpo relleno de pajas.
Es posible gritar sin motivo,
con el apretón de unas manos abusivas.
Oh, soy afortunada.

Forugh Farrojzad (Teherán, 1934 - 1967 [1312 / 1345 H. S.]
Traduce Najmeh Shobeyri

EN 'CAMINAR CONOCIENDO', PAGINA 37, Nº 6, AÑO 1997

RENACER: de Forugh Farrojzad

Todo mi ser es una oscura aleya(*)
que se repite y que te lleva
a un amanecer de amaneceres,
de floreceres eternos.
En esta aleya
he suspirado, ay,
en esta aleya
te he injertado
al árbol, al agua, al fuego.
La vida quizá es
una larga calle
por la que pasa cada día una mujer con una cesta.
La vida quizá es
la cuerda
con la que un hombre se cuelga de un árbol.
La vida quizá es el niño que vuelve de la escuela.
La vida quizá es
ese cigarrillo que se enciende
en la pausa entre dos abrazos.
O esa mirada absorta del transeúnte
que se quita el sombrero
y saluda: ¡"buenos días"!
con una sonrisa insignificante.
La vida quizá es
ese instante sin continuidad en que mis ojos
se derrumban en los tuyos ...
y hay aquí un significado
que confundo
con las percepciones de la luna
y de la oscuridad.
En una habitación a la medida
de la soledad,
mi corazón, a la medida del amor,
repasa los pretextos
más sencillos de su dicha;
la belleza de las flores que se marchitan
en la maceta,
en retoño que tu sembraste
en el jardín de nuestra casa,
el trino de los pájaros
que cantan
a la medida de esta ventana.
Ah, esa es mi parte.
Esa es mi parte, mi parte:
un cielo que se separa de mi
a través de una cortina.
Mi parte
es descender escaleras gastadas
y unirme a algo
que es corrupción
y es desconocido.
Mi parte
es un paseo nostálgico
por el jardín del recuerdo
y morir en la tristeza
de la voz que me dice:
"Quiero tus manos".
Hundiré en el jardín mis manos,
germinarán, lo sé, lo sé, lo sé,
y las golondrinas pondrán sus huevos
entre mis dedos,
sucios de tinta.
Colgaré de mis orejas dos cerezas
rojas, gemelas,
y pegaré en mis uñas pétalos de dalia.
Hay un callejón donde los chicos
que me amaron hace tiempo,
con los mismos cabellos revueltos,
cuellos finos
y piernas delgadas,
piensan en la sonrisa inocente
de una niña que una noche
se llevó el viento.
Hay un callejón
que mi corazón ha robado
a los barrios de la infancia.
Viaje corporal por la línea del tiempo,
con un cuerpo que fecunda
la línea del tiempo,
el cuerpo de una imagen que se piensa,
que vuelve de la fiesta en un espejo.
Así es como alguien muere
y alguien se queda.
Ningún pescador puede
encontrar ninguna perla
en un arroyo humilde,
arroyo que desemboca
en una charca.
Sé de un ángel pequeño y triste
que vive en el mar
y toca su corazón
con un ney(*) de madera, lentamente.
Un ángel pequeño y triste,
que muere de noche
por un beso
y nace al amanecer
también por un beso.

Forugh Farrojzad
(Teherán, 1934 - 1967 [1312 / 1345 H. S.])

*Aleya: cada verso coránico
*Ney: flauta de junco, típica de Irán

DE LA REVISTA 'CAMINAR CONOCIENDO', Nº 6, PÁGINAS 38 y 39. JULIO DE 1997. TRADUCE, LA PERIODISTA IRANÍ NAJMEH SHOBEYRI..........................................................

COPIAMOS DE INTERNET:

Nació en Teherán en 1935, en pleno proceso de occidentalización. Se casó a los dieciséis años y, al año siguiente, tuvo a su único hijo, Kamyar, cuya custodia le fue retirada tras su divorcio en 1954. En 1955 publicó su primer libro de poemas, La cautiva. Al año siguiente viajó durante nueve meses por Europa y publicó El muro. Su vida independiente y libre era motivo de escándalo en los cerrados cenáculos literarios. En 1958 publicó su tercer poemario, Rebelión, e inició una relación sentimental con el cineasta y escritor Ebrahim Golestan, que en 1962 produjo la primera película de Forugh, La casa negra, un breve documental sobre la leprosería de Tabriz, que algunos han comparado con Tierra sin pan, y que el crítico Mohsen Majmalbab definió como “la película más bella del cine iraní”. En 1964 publicó Nuevo nacimiento, un hito en la poesía persa contemporánea. Murió el 14 de febrero de 1967, cuando el coche que conducía se estrelló contra un muro. [Nuevo nacimiento, colección poesía del oriente y del mediterráneo, nº 21]

Oh... Esta es mi suerte


Oh...

Esta es mi suerte

Esta es mi suerte

Mi suerte es el cielo que se oscurece a través de las cortinas

Mi suerte es bajar por escaleras abandonadas

y encontrar algo en decadencia y exilio

Mi suerte es un penoso caminar por el jardín de los recuerdos

y la entrega de mi alma a la melancolía de una voz

que me dice:

amo tus manos



Yo planto mis manos en el jardín

Creceré

lo sé, lo sé

Y las golondrinas pondrán huevos

en mis manchadas y ahuecadas manos



En mis orejas cuelgo los aros

de un par de guindas rojas

y en mis uñas fijo hojas de dalias

Hay una calle donde los muchachos que me amaron,

con los mismos pelos alborotados,

cuellos largos y delgadas piernas,

todavía piensan en la sonrisa inocente de la niña

que una noche se la llevó el viento



Hay una calle que mi corazón

se ha robado de los barrios de mi infancia



El viaje de los sentidos a lo largo de la línea del tiempo,

e impregnar la línea seca del tiempo

con la forma de conscientes pensamientos

que regresan desde la fiesta de imágenes espejadas



De esta manera

alguien muere

y alguien permanece


Forugh Farrojzad

(traducción de Loreto Labbé)

martes, 16 de enero de 2007

UNA PEQUEÑA PINCELADA

Forugh Farrojzad, creadora nacida en Teherán en 1935, es una figura esencial en la historia de la cultura de Irán durante el siglo XX. Fue criada durante el proceso de occidentalización del período de la dinastía Pahlavi, pero dentro de un hogar de clase media observante de las tradiciones del mundo islámico-persa. Aunque ya componía versos en sus años estudiantiles, no es sino hasta después de una compleja travesía personal -matrimonio, divorcio, pérdida de la custodia de su único hijo- que irrumpe en la escena literaria con el volumen Cautiva (1955), cuyas poesías iconoclastas reciben el rechazo de los academicistas. El muro (1956) y Rebelión (1958), sus subsecuentes libros de poemas; la lectura de autores como Paul Verlaine y Paul Eluard; un primer viaje a Europa y el inicio de su relación sentimental con el cineasta Ebrahim Molestan forman parte de la primera etapa del itinerario de la poetisa. Tras estudiar cine en Inglaterra, dirige el cortometraje documental La casa negra (1962), referente a una colonia de leprosos en Tabriz, que es galardonado un año después en el Festival de Mannheim, Alemania, y presenta el volumen de poesías Nuevo nacimiento (1964), que refleja su emancipación y liberación de la tradición, tanto en el plano formal como personal. Dueña de una creatividad y personalidad anticonvencionales, la escritora-cineasta abre su abanico hacia la actuación teatral y envía a las prensas el poemario póstumo Tengamos fe en el comienzo de la estación del frío (1965). Cuando preparaba el papel de una obra teatral, Farrojzad falleció en 1967 en un accidente automovilístico. La temprana incursión en el mundo creativo se cerró con la pronta despedida de una personalidad descalificada por los sectores más conservadores de la sociedad iraní, admirada por escritores y cineastas de todo el mundo y emblema del feminismo en su país.

(tomado de internet)

UNA RESEÑA: Trinidad de León-Sotelo

Llega a España por vez primera la verdadera voz poética de Farrojzad

(Se puede apreciar que la autora del artículo no conocía la revista 'Caminar conociendo')



TRINIDAD DE LEÓN-SOTELO



Forugh Farrojzad, muerta en accidente a los 32 años, cuyos libros estuvieron prohibidos en su tierra, es ahora una autora admirada, incluso una imagen simbólica. «Mi existencia entera es un verso oscuro». Quien así escribió lo hizo con propiedad, conocedora de los sinsabores que acarrea a una mujer, y no digamos si es musulmana, negarse a aceptar el papel convencional que la sociedad le asigna. De Forugh Farrojzad (Teherán, 1935-1967) se edita ahora en España «Nuevo nacimiento» (Ediciones del Oriente y del Mediterráneo), que han traducido Clara Janés y Sahand. No es éste el primer libro que llega aEspaña de la escritora iraní, pero puede decirse que descubre su verdadera voz poética, de ahí su importancia. La selección ofrece poemas de «Rebelión»(1957), «Nuevo nacimiento» (1964) y «Tengamos fe en la estación del frío», fechado en el año de la muerte de su autora. Muerte de la que, por cierto, aún se discute si fue suicidio o accidente casual o provocado. La cuestión es que Farrojzad es hoy por hoy una imagen simbólica como lo es, por ejemplo, García Lorca. Citar al poeta de Granada no es capricho, ya que, como explica Janés, «la poesía persa contemporánea es muy interesante, porque la modernidad se hace a través de Lorca, escritor que tradujo a la lengua persa Ahmad Shamlú». Se cierra así una especie de curioso círculo ya que «la Alhambra está hecha por arquitectos persas y Lorca conoció muy bien el mundo arábigo andaluz». Cuenta Clara que el proceso del libro ha sido complicado. Empezó a trabajar en él hace cuatro años, pero entre los conflictos que surgieron no faltó incluso la pérdida del original. La poeta iraní fue descubierta por la española de un modo que aún no se explica: un buen día le llegó, desde Bolonia, una revista universitaria con versos deFarrojzad y esta es la fecha en la que aún desconoce el remitente. «Quedé fascinada», evoca. Considera a Forugh una superdotada, ya que hizo incursiones y con éxito en el mundo del teatro y del cine. Un filme suyo rodado en una leprosería se vio en el último Festival de Valladolid. La mujer que por su obra fue tachada de corruptora de la sociedad iraní -una mujer no puede ser «persona sexual» ni en sus poemas-; que sufrió la calumnia -se publicaban listas con los nombres de sus posibles amantes-; que sintió la humillación -tras el divorcio se le negó el derecho a ver a su hijo-, entendía, no obstante, que la poesía era «un amigo íntimo en el que descargaba su corazón». Su obra estuvo prohibida en su tierra natal durante años, pero hace dos Janés descubrió con alegría, en el transcurso de una estancia en Irán, que los libros de Farrojzad están a la venta «incluso con fotos en las que no tiene cubiertos los cabellos». Ahora se admite que «amén de tener la fuerza de las imágenes de un Lorca no es ajena al surrealismo francés, ya que fue gran lectora de Paul Eluard. Es sorprendente, porque aunque rompe con la tradición, también la incorpora a su obra. La pugna de estilos dentro del poema representa la lucha hombre-mujer».

Ya se escribe citando sus versos: un ejemplo

Saludaré de nuevo al sol

fabian 28 Agost, 2006 20:28


El calor no es tan intenso, aunque sí la luz que todavía ciega mis ojos.

"Saludaré de nuevo al sol"



Margarita ya está inquieta, ya suenan las campanas de recogida del fin del verano. Son sus últimos días de vacaciones y su mente está ya más en el trabajo. Yo espero pacientemente el anhelado otoño en que la luz sea más suave y tamizada, pese a que ya las nubes algodonosas recorren los cielos.

"Saludaré de nuevo al sol
al arroyo que corre en el interior
a las nubes que fueron mis largos pensamientos
al doloroso crecimiento de los álamos del jardín
que atravesaban conmigo las estaciones secas."

El otoño es, para mí, el comienzo del año, el inicio de una nueva etapa, la esperanza de un nuevo ciclo de vida. Pacientemente espero.
Una foto, un archivo musical... ¿Qué foto poner? Elijo este claustro de un antiguo edificio, el Seminario viejo. Lo desconocía totalmente hasta que una tarde, no hace muchos días, pasamos junto a él. Rincones desconocidos de la ciudad. Ya he puesto varias fotos de claustros. Se me hace dificultoso encontrarlas por lo que me conviene reunirlas ...
¿Y qué texto? Otra vez con las mismas dificultades. Ayer oí una poesía... la busco en Internet. La autora es persa, bueno, murió en un accidente ya hace algunos años. "Saludaré de nuevo al sol", me gusta, yo también espero al nuevo sol otoñal, el que no ciega.

"Saludaré de nuevo al sol [...]
a las bandadas de cuervos
que me obsequian
con el aroma de los nocturnos campos de labranza
a mi noche que vivía en el espejo
y se parecía a mi vejez
y a la tierra cuyo agitado interior
llenaba de semillas verdes mi anhelo de repetirme "


Yo también saludaré a mi noche, a esas horas de oscuridad llenas de lectura. ¿Mi vejez? No quiero pensar en ello, me causa temor; aún es pronto para hablar de ello. "El anhelo de repetirme", dice el poema. Es imposible. Cada día es diferente a los demás y nosotros también. A veces pienso en una palabras, una imagen, una música que fueran tan completas que bastaran para siempre. Pero no, cada día una imagen, unas palabras, un archivo musical diferente, distinto. ¿Habrá en el mundo para tantas palabras, tantas fotos y tantas músicas? Y la verdad es que cuanto más busco, más me parecen infinitas, incontables las imágenes, las palabras y las melodías. ¿La vejez? Cuando sea viejo repetiré uno tras otro los artículos de esta bitácora. Pero mientras, dejad que vea cada día la luz como nueva, a Margarita como una chiquilla y a mí mismo como un joven que empieza... ¡Qué sueños!

"Saludaré de nuevo al sol [...]

saludaré de nuevo

Vengo, vengo, vengo
con mi cabello :prolongación de olores subterráneos
con mis ojos: intensas experiencias de oscuridad
con las matas que he cortado en los páramos del otro lado del muro


Vengo, vengo, vengo
y el umbral se llena de amor
y yo, en el umbral, a los que aman
y a la muchacha que aún está aquí
en el umbral lleno de amor
saludaré de nuevo."

"En el umbral lleno de amor saludaré de nuevo con mis ojos: intensas experiencias de oscuridad". Experiencias de oscuridad, pese a las palabras, pese a las fotografías, pese a todo. Eso somos: experiencias de oscuridad. Con todo, como la poetisa, Forugh Farrojzad (1935-1967), yo también saludaré al sol. Desde mi caverna, experiencias de oscuridad, también deseo saludar de nuevo al sol del nuevo año que ya se presiente, del próximo otoño en que las hojas de los árboles caen en el silencio del estudio y de la reflexión para después brotar con la primavera.
Margarita ya está pensando en el nuevo curso. Yo la esperaré en casa... ¡Qué bonito sería encontrar un poema nuevo de palabras sencillas!

He encontrado este poema en el foro de emboscados y en adamar.

TOMADO DE INTERNET. FIRMADO POR UNO/A LLAMADO FABIAN