miércoles, 17 de enero de 2007

RENACER: de Forugh Farrojzad

Todo mi ser es una oscura aleya(*)
que se repite y que te lleva
a un amanecer de amaneceres,
de floreceres eternos.
En esta aleya
he suspirado, ay,
en esta aleya
te he injertado
al árbol, al agua, al fuego.
La vida quizá es
una larga calle
por la que pasa cada día una mujer con una cesta.
La vida quizá es
la cuerda
con la que un hombre se cuelga de un árbol.
La vida quizá es el niño que vuelve de la escuela.
La vida quizá es
ese cigarrillo que se enciende
en la pausa entre dos abrazos.
O esa mirada absorta del transeúnte
que se quita el sombrero
y saluda: ¡"buenos días"!
con una sonrisa insignificante.
La vida quizá es
ese instante sin continuidad en que mis ojos
se derrumban en los tuyos ...
y hay aquí un significado
que confundo
con las percepciones de la luna
y de la oscuridad.
En una habitación a la medida
de la soledad,
mi corazón, a la medida del amor,
repasa los pretextos
más sencillos de su dicha;
la belleza de las flores que se marchitan
en la maceta,
en retoño que tu sembraste
en el jardín de nuestra casa,
el trino de los pájaros
que cantan
a la medida de esta ventana.
Ah, esa es mi parte.
Esa es mi parte, mi parte:
un cielo que se separa de mi
a través de una cortina.
Mi parte
es descender escaleras gastadas
y unirme a algo
que es corrupción
y es desconocido.
Mi parte
es un paseo nostálgico
por el jardín del recuerdo
y morir en la tristeza
de la voz que me dice:
"Quiero tus manos".
Hundiré en el jardín mis manos,
germinarán, lo sé, lo sé, lo sé,
y las golondrinas pondrán sus huevos
entre mis dedos,
sucios de tinta.
Colgaré de mis orejas dos cerezas
rojas, gemelas,
y pegaré en mis uñas pétalos de dalia.
Hay un callejón donde los chicos
que me amaron hace tiempo,
con los mismos cabellos revueltos,
cuellos finos
y piernas delgadas,
piensan en la sonrisa inocente
de una niña que una noche
se llevó el viento.
Hay un callejón
que mi corazón ha robado
a los barrios de la infancia.
Viaje corporal por la línea del tiempo,
con un cuerpo que fecunda
la línea del tiempo,
el cuerpo de una imagen que se piensa,
que vuelve de la fiesta en un espejo.
Así es como alguien muere
y alguien se queda.
Ningún pescador puede
encontrar ninguna perla
en un arroyo humilde,
arroyo que desemboca
en una charca.
Sé de un ángel pequeño y triste
que vive en el mar
y toca su corazón
con un ney(*) de madera, lentamente.
Un ángel pequeño y triste,
que muere de noche
por un beso
y nace al amanecer
también por un beso.

Forugh Farrojzad
(Teherán, 1934 - 1967 [1312 / 1345 H. S.])

*Aleya: cada verso coránico
*Ney: flauta de junco, típica de Irán

DE LA REVISTA 'CAMINAR CONOCIENDO', Nº 6, PÁGINAS 38 y 39. JULIO DE 1997. TRADUCE, LA PERIODISTA IRANÍ NAJMEH SHOBEYRI..........................................................

COPIAMOS DE INTERNET:

Nació en Teherán en 1935, en pleno proceso de occidentalización. Se casó a los dieciséis años y, al año siguiente, tuvo a su único hijo, Kamyar, cuya custodia le fue retirada tras su divorcio en 1954. En 1955 publicó su primer libro de poemas, La cautiva. Al año siguiente viajó durante nueve meses por Europa y publicó El muro. Su vida independiente y libre era motivo de escándalo en los cerrados cenáculos literarios. En 1958 publicó su tercer poemario, Rebelión, e inició una relación sentimental con el cineasta y escritor Ebrahim Golestan, que en 1962 produjo la primera película de Forugh, La casa negra, un breve documental sobre la leprosería de Tabriz, que algunos han comparado con Tierra sin pan, y que el crítico Mohsen Majmalbab definió como “la película más bella del cine iraní”. En 1964 publicó Nuevo nacimiento, un hito en la poesía persa contemporánea. Murió el 14 de febrero de 1967, cuando el coche que conducía se estrelló contra un muro. [Nuevo nacimiento, colección poesía del oriente y del mediterráneo, nº 21]

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