ALFREDO ZALDIVAR
En el medio de agosto
tengamos fe en la estación del frío
— Forugh Farrojzad
En medio del calor agobiante de agosto
del angustioso hígado del verano
frente al aire caliente que echa el descogotado y tierno
daytron de la oficina
que he improvisado en el rincón más caluroso de mi sala
sigo copiando trozos de mi conciencia
cargos calientes
letras que arman palabras
que intentan denigrar de estos meses eternos
del eterno verano de estas tierras
de su longevidad.
Abro las puertas más que todo el mundo.
La gente pasa maldiciendo el calor.
Salgo a huir del bochornoso mediodía.
En las bodegas, en las calles, en las puertas
abiertas de las casas
se asoma la familia completa en busca de una brisa
que no llega de ninguna parte.
El calor es el único culpable
en estas vacaciones del verano de siempre
peor que otros veranos.
Nada de metafísicas
filosofías
religiones
políticas
romances.
El calor, el verano,
son una maldición.
acaban con la vida,
lo exacerban todo.
70 Rumio el vaho caliente de mi desasosiego
de tu desasosiego
sin intenciones de incordiar
sin ardor ni dolores.
Si tú te vas es culpa del verano
del sol insoportable
de las neveras que se descongelan
de la sal en la piel sin protector
de la arena caliente de la playa
de la piscina sucia que constipa
del agua tibia con sabor a herrumbre
de la manzanilla sin azúcar
de la televisión
de la lluvia que no acaba de caernos encima
de limpiar.
Si tú te vas
seguro que regresas
cuando acabe el verano
cuando acabe
dios maldito o diablo,
el eterno verano..
Seguro que regresas
–es mi consuelo–
si es que no se derrite
a estas temperaturas
todo ese amor que el eterno verano
dilata
dilapida.
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