viernes, 15 de junio de 2012

José Mª Amigo: Natán Yonatán, poeta agudo y penetrante


  
MIÉRCOLES, 10 DE JUNIO DE 2009

José Mª Amigo Zamorano: Canto amargo y desesperado
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Él lo decía. Si, fue él el que lo dijo: su canto tiene un contenido humorístico agudo y penetrante, mejor dicho, picaro y amargo que, en conjunto, suena bastante desesperado. 

Ese escritor se refería a aquel poeta judío, ya fallecido, que comenzó una parte de su poemario, titulado 'la gracia del canto', con rotundidad manifiesta: 

-El hombre es como un pájaro, mientras en él su alma cante

Así de claro. Mas siendo, como era, 'a-religioso', añadía que su meta no podía ser otra que elevar su canto a las nubes porque, más temprano o más tarde, llegará la hora en que su polvo se aposentaría en la tierra. Su conclusión no era fruto de un mal día sino de profundas reflexiones. Pero había más: con el paso del tiempo (y apostaba por él) oía crujir su cuerpo con música de requiem. Nada singular pues ya otro poeta, José Bergamín, nos decía que al caminar sus huesos se reían de su sombra. También Bergamín había apostado por el tiempo. Y ganó. Ganan todos los poetas que apuestan por el tiempo del hombre, por su llanto y por su canto. Y se redimen. Como León Felipe. 

Decíamos que este poeta apostó por el tiempo. Aunque fuera arañándole unos minutos. Con tal de que el mar reflejara algún cántico. Un mínimo chispazo que luciera entre sus olas manchas de púrpura o naranja. Con poco se conformaba. Con eso se libera. 

Hasta en los libros más aburridos buscaba esos chispazos, esas combinaciones de palabras para el ultimo viaje. Entonces, cuando las hallaba, era como encontrar notas escondidas para una sinfonía postrimera. 

Se preguntaba muy a menudo cómo podría soportar la visión angustiosa de la vida sin esas palabras consoladoras. Esas que lo van sosteniendo. Melodías perdidas halladas por el espacio, lamentos del hombre que, luego, transformará en poemas para recordar que anduvo por estos lares. Bagaje antes de que el jardín se cierre y se caigan las máscaras. Las máscaras y las cáscaras, los halos y las galas que, al decir del poeta Claudio Rodriguez, eran las más burdas mentiras; como la de libertad mientras se redobla la vigilancia. 

Quiere quitarse adornos, afeites. Quedarse en cueros cuando emprenda el postrer sendero y dejar todo lo que fue su vivir en el canto, para que galope en el sueño de los justos que caminan aun sobre la tierra. Pues la realidad sabe lo que es: vejez que brota del alba y un pequeño montículo de piedras como recuerdo; o dicho de otro modo: llanto de recién nacido y suspiro final del que se va para nunca más volver. Es la verdad. ¡La puta verdad! Por amarga que sea. 

Se consuela, eso si, aun siendo 'a-religioso', porque lo fue, amando la palabra 'Dios', fruto de la fantasía y anhelo del alma humana. Otra manera de cantar en el pequeño territorio de su vida. Donde no tienen fin ni la felicidad, ni el horror. ¡Oh álamos desnudos, ríos de aguas negras, lirios flotando despaciosamente sobre el agua, negros cisnes de cuello melancólico...! Para qué seguir. 

En fin, le es imposible, a viejos embaucadores, como ellos, mentir más. Aunque como no poseen nada, ningún reino celeste, al menos recogen (haciendose plural) pequeñas parcelas de palabras para cuando la luz se apague y suenen como en eco. 

A su memoria acuden poetas queridos como Natan Zaj, Yesenin, Ajmatova. Grinberg, Walt Witman... que fueron derechos al silencio voraz.

-Si hasta mejores que tu y yo -asegura el poeta- fueron devorados. Y mas de uno ligó toda la brevedad de la vida en una sola y repentina bala de plomo.

Recordaba sin duda al poeta Rubén Yaron y su propio hijo.

Empero aun le late un ligero optimismo pensando que alguna clara mañana se quedarán sin alas las mentiras. Esas cáscaras y máscaras a las que aludía el poeta zamorano como las más burdas. Entonces, está seguro, que contemplará hermosos lirios flotando lentamente sobre las aguas. Y ya no serán necesarios lo poemas.

Mientras tanto un día llegará solo al jardín; un día en que todo se cerrará: ventanas, libros...; y la poesía se alejará; y el propio canto de los pájaros; ese día en que además le dirán que cambie de carnet.

Ese día quizás le ocurra, como él hizo ante la tumba del poeta palestino y amigo Fawzy Abdala, que alguien, uno cualquiera, quizás tú lector, deposite en su féretro un ramo de crisantemos. 

Justo enfrente de la inscripción: 'Natán Yonatán, Poeta'. 

Bardo que, es cierto, murió un viernes 12 de marzo de 2004. 

Dejonos esta gracia del canto que, como afirmaba Amos Oz, nos suena bastante desesperada. 

Que le vamos a hacer.

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