viernes, 15 de junio de 2012

José Mª Amigo Zamorano: Algunos momentos con “Pipas”


MIÉRCOLES, 17 DE NOVIEMBRE DE 2010

José Mª Amigo Zamorano: Momentos con José Luis Quirós Manjón “Pipas”
Un amigo se fue

Siento punzantes descargas
hielos que eternizan el vaivén
por las sendas del crucigrama.
Un amigo se fue solo,
encarnecido y pasmado
mientras yo soñaba
adormecido en pútrido confort,
que tiempo y ciudad
en trampa, cómplices, tendieron.


Fue un acto de rebeldía: decían que aquel era un antro de perversión, maldito y… por eso entré. Encontrándome con un bar mas bien pequeño, limpio, acogedor, con buena música roquera y hasta una bandera republicana; ah, eso si, con las paredes adornadas con algunas pinturas o dibujos fuera de lo habitual, o eso creí yo.

Entonces, ¿por qué de aquella fama canalla? Pasé buenos ratos a lo largo de dos o tres años con el dueño comprendiendo la animadversión que una parte de los habitantes de Las Navas del Marqués le tenían: era libre, independiente, descreído, hijo de gente humilde, le iba bien en la vida aunque trabajando mucho y seguía la máxima que reza eso de vive y deja vivir. Y, claro, no se perdonan tantas virtudes.

José Luis Quirós Manjón, apodado “Pipas” (se me ocurre ahora que el mote tal vez le viniera por el puesto de pipas y otras chucherías que su madre tuvo en la calle hasta edad muy avanzada), realizó en Madrid estudios superiores y siendo navero, como lo era, se consideraba también madrileño. Cuando podía, sobre todo en vacaciones, se acercaba a la capital. De modo que si le preguntabas donde iba a pasar las vacaciones respondía:

-En mi barrio, por supuesto –certificaba, asombrado de la pregunta.

Y allí, en su época de estudiante –según me dijo- los fascistas mataron a un amigo suyo.
Pipas tenía ideología anarquista. A su manera, como un legítimo anarquista, sin disciplina, cuando podía, militaba, porque entre su trabajo en Correos y su bar Mordor poco tiempo le quedaba para bregar por la utopía ácrata. Pero algo hacía y contactos, lo que se dice contactos, con algún grupo o ciertos elementos anarquistas, tenía; eso no cabe duda; a mi me pasó ejemplares del boletín ‘Molotov’; en varias ocasiones. Su rebeldía se puso de manifiesto en las manifestaciones que se hicieron en Las Navas del Marqués contra la Guerra de Irak y el trío de las Azores sacando una pancarta sencilla pero contundente que dio mucho que hablar: ‘Aznar, hijo de puta’. O algo así.

El que haya leído hasta aquí estos recuerdos, que de corrido voy sacando, habrá notado que el nombre del bar, Mordor, tampoco es un rótulo al uso: pertenece a la novela ‘El Señor de los Anillos’ que admiraba; sin embargo no fue él quien bautizó al local sino un hermano suyo que murió muy joven; hermano de viva inteligencia, según cuentan, que estaba destinado a dar algo bueno a la Humanidad pero que la vieja dama de negro, guadaña en mano, se lo llevó para siempre; como se ha llevado ahora, años después, a los 52 años a José Luis. ¡Qué pena, madre, qué pena!

Pipas me contaba que su hermano no solo dio nombre al bar sino a las hamburguesas que servía al hambriento cliente que por allí pasara; por lo que, siguiendo a la novela citada, asignó con nombres de personajes de la misma como ‘Trol’ o ‘Crol’ que eso no me acuerdo. En Madrid también estudió Miguel, otro hermano de Pipas, con el que siempre me he llevado bien. Aun tenía otro hermano al que apenas conozco.

Recuerdo ahora, con la pena atemperada por los buenos momentos, algunos de ellos: el primero, cuando le comuniqué mi proyecto de de hacer una revista.

-Cuenta con el anuncio de mi establecimiento.

Eran 10.000 de las antiguas pesetas. Para él todo un sacrificio. No porque no tuviera dinero, que lo tenía, sino por el hecho de desprenderse de algo que le costaba ganarlo. Para esos que no valoran el esfuerzo su postura era la de un agarrado o tacaño. Otros sin embargo comprendían su actitud: uno como Pipas que bregaba noche y día, dormía poco, sabe lo que es trabajar, lo que es sudar, y le cuesta desprenderse, así porque sí, del fruto de su trabajo. La revista salió con numerosos anuncios, entre ellos el suyo. Ya nunca se quedó sin anunciarse. Hasta que la revista cerró.

Otra vez, estando yo cercano a la depresión, por mis problemas con las autoridades municipales, le dije que me fumaría un porro todos los días a ver si así lo superaba.

-Con eso no vas a superar los problemas. Así no. ¡Vamos!... A ver si me entiendes… No es que yo quiera llevarte por donde no desees… Allá tu. Ya eres mayorcito.

Recordé entonces a Beaudelaire; el poeta francés, adicto a las drogas, las denomina ‘paraísos artificiales’. Tenía razón Pipas…

Otro momento inolvidable del que me reí muchísimo fue cuando me dio a leer un libro. Fue así: llegué un día por la tarde; era jueves; tenía en el mostrador la revista humorística ‘El Jueves’; comencé a hojearla; se acercó a mi, después de atender a unos clientes, y me dijo:

-Toma, lee este libro que trae hoy la revista. A ver qué te parece...

En la portada el título rezaba: ‘Los pensamientos del presidente Aznar’. Lo abrí. Pasé las primeras páginas. Seguí adelante. Se me abrió la sonrisa. Continué y comencé a reírme. Según pasaba más y más páginas me reía a mandíbula batiente. Al final prorrumpí en sonoras carcajadas. Las páginas estaban en blanco. El blanco me hizo cosquillas y no dejaba de desternillarme. Fue inolvidable. Supongo que te acuerdas. ¡Verdad?

Sería interminable seguir... pero aun me acuerdo de cuando me llevaste a ver a Agustín García Calvo. Bueno, tú me llevaste, pero yo te lo presenté. Lo admirabas de la época de estudiante. Por ácrata. O cuando me llevaste a repartir el correo por la Ciudad Ducal y el Barrio de la Estación. Por cierto, que por tu interés un día trajiste a la Biblioteca Pública de Las Navas del Marqués un cajón de libros que te dio un señor de la Ciudad Ducal. Entre los libros, recuerdo, estaba un ‘Ulises’ de Joyce de una editorial argentina que posiblemente tenga ahora un gran valor.

Y hablando de libros ya sabes que nos prestamos algunos. 

Por cierto, hace un año aproximadamente hablé con Pipas; hacía tiempo que no lo veía; yo me había vuelto hogareño y doméstico y no iba ya por los bares, ni casi por la calle; hablamos; me dijo:

-Tengo que devolverte el libro que me prestaste.

-¿Cuál?

-El de Blanco Chivite, ‘Para hundir la moral a cualquiera’.

-¡Ah, es verdad.

Tomamos un vino en los ‘Trece roeles’; bueno, un vino yo, él una cerveza; le recordé los escritos que ponía de vez en cuando en el tablón de anuncios de su local; que por qué no los publicaba; que no tenía tiempo; que yo se los ponía en Internet abriéndole un blog con su nombre; que yo tenía tiempo; estaba jubilado; me dijo que bueno; que me daría poco a poco los papeles; que los tenía guardados:

-Pasas mañana por el Mordor.

-Vale, pasaré…

Lo cierto es que no pasé. No recuerdo ahora el por qué. Ahora que lo pienso, no estaría mal, en recuerdo del amigo Pipas, írselos pasando a un blog. Pero… ¿qué habrán sido de ellos?... ¿Los habrán tirado?... Un día se lo diré a Miguel. Si lo veo.

Nada más, sirva el poema de la cabecera, que él escribió para el primer número de la revista ‘Caminar conociendo’ que edité, como remate de este recordatorio de José Luis Quirós Manjón, alias ‘Pipas’.

Te recordaré hasta que yo esté de cuerpo viviente. Después… no va a ser posible. Ya lo siento.
__________
Un amigo se fue

Siento punzantes descargas
hielos que eternizan el vaivén
por las sendas del crucigrama.
Un amigo se fue solo,
encarnecido y pasmado
mientras yo soñaba
adormecido en pútrido confort,
que tiempo y ciudad
en trampa, cómplices, tendieron.


José Luis Quirós Manjón

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