viernes, 15 de junio de 2012

Las horas perdidas de Sánchez Pinto


 miércoles, 31 de diciembre de 2008

José Mª Amigo Zamorano: 'Las Horas perdidas'

Con este título apareció el décimo número de la colección 'El toro de granito' (1). Su autor, Vicente Sánchez Pinto, nacido en Salvadiós allá por el año 1929. Según se dice en la contraportada es hombre culto: cursó estudios de Filología Romana en la Universidad de Salamanca y Literatura italiana y francesa en las de Florencia y Sorbona.

Hace un cuarto de siglo que los talleres de El Diario de Ávila terminaron de imprimir estos poemas; concretamente el 29 de octubre de 1969.

Consta de cinco partes: LA NIÑEZ RECOBRADA, A ORILLAS DE LA PLEGARIA, YA NO TENEMOS TIEMPO, LA FRAGANCIA PERDIDA y ESTAS ROSAS TAN FRÁGILES. A modo de prólogo tiene dos poemas: uno dedicado a don José Luis López Aranguren (2) y otro a don Alfonso Querejazu (3); terminando con tres sonetos: 'Triptico de Ávila', que dedica al poeta y director de la colección, don Jacinto Herrero Esteban (4).

En el pórtico de 'La niñez recobrada', el poeta asciende a portavoz universal de la angustia del hombre, viniendo a:

decir sencillamente lo que pienso, 
-y lo que pensáis-
y pienso que si vivo es que me muero. 
Una trivialidad, diréis, así lo entiendo. 
Mas plena de amarguísimo misterio'. 

Luego, soneto tras soneto, camina hacia el polvo y la nada, bajo una 'luz ardida y acabada', por lo tanto, yerta ya; 'cuánto dolor!, 'qué fiero sufrimiento!', exclama, corriendo a refugiarse al único lugar que, cree, puede cobiojarle y ponerle a salvo de esa angustia, la niñez:

'ser niño otra vez y en la callada
melancolía de la primavera
ir a jugar de nuevo en la pradera
donde mi infancia se quedó parada'.

Unos poemas recogen el deseo del poeta de asirse con fuewrzaa algo; busca la plegaria, como un naufrago busca un clavo ardiendo; se desazona y su voz es balbuciente por 'no saber por qué estoy angustiado', 'y el alma se me agita como una llama al viento'. Mira a un lado y a otro, reconociendo que yo no tiene tiempo. Ha llegado a esta conclusión, recordando la soledad de los muertos, como Bécquer:

'estamos solos, decimos 
y es entonces
cuando surgen los nombres, 
las cosas que murieron, los recuerdos'. 

Pero siempre queda un resquicio, si bien débil, para la esperanza, así el poeta termina esta parte diciendo 'volaban las sonrisas como aves en el alba naciente'.

Ya en otra parte se preguntaba, desesperadamente, la razón de su sufrimiento, sin encontrar respuesta. Si alguna vez, para él, la vida ha encontrado color, ha sido en el pasado, siempre en el pasado; de manera que es como una fragancia perdida, o como una risa lejana, tal vez recuerdos dulces; en resumen: oleadas de suspiros; en 'estas rosas son frágiles', nuestro vate insiste en su dolor: 'tengo la boca fría cuajada de luna amarga' con amarguísimo acento lorquiano.

Punto final amargo como el comienzo amargo; se nos ocurre que termina a lo Lorca comenzando a lo Miguel Hernández; todo un circulo doloroso.

Con este poeta concluimos el reconocimiento a la labor llevada a cabo por don Jacinto Herrero (*), en la colección 'El toro de granito'. Subjetivo como ha sido, ahora queda una parte objetiva que profesores y estudiantes pueden realizar científicamente. Nosotros somos simples aficionadillos.

José Mª Amigo Zamorano

El Diario de Ávila (27/XII/1994)

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