jueves, 14 de junio de 2012

José Mª Amigo Zamorano: Eusebio García Luengo te lo vuelve a repetir


 DOMINGO, 29 DE NOVIEMBRE DE 2009

José Mª Amigo Zamorano: Eusebio García Luengo y la vejez

Creemos que fue una semana después del primer encuentro con D. Eusebio García Luengo, que hicimos con el amigo Antonio Escudero Ríos, cuando lo abordamos en solitario. Entonces nos habló de algunos temas que, en el curso de nuestra relación veraniega, a lo largo del tiempo, nos repetiría muy menudo. Era un disco -como él decía- que nos colocaba siempre con el siguiente sonsonete:

-¿Ya te lo he contado?... ¿Si?... Pues te lo vuelvo a repetir.

Nos habló de su nacencia en Puebla de Alcocer. Y sobre todo de su vejez. Vejez que reivindicaba:

-Yo soy viejo -y la palabra 'viejo' la pronunciaba, como resaltándola, poniéndole un acento más fuerte, con énfasis- no de la tercera edad y otras memeces.

A continuación hacía una diferenciación entre edad y años. Otro disco que nos pondría con frecuencia. Siempre con la misma o parecida frase:

-No sé si de esto ya te he hablado. Bueno, pues si es así... te lo volveré a decir.

Según D. Eusebio García Luengo, la edad era inconfundible y se reflejaba en el rostro.

-El rostro es biográfico, según decía Leonardo da Vinci. Los años pueden variar y confundir a más de uno. Puedes tener un número determinado de años, años que pudieran engañar al espectador. Pero entre un niño, un adulto o un viejo la diferencia es inconfundible. Ves a un niño y no marras nunca sobre su edad. Se puede uno confundir en los años. Nunca, jamás, en la edad. Y yo soy un viejo. Mi rostro lo delata. Es biográfico. Lo descubrió Da Vinci.

Unido a ésto solía aludir al refrán ese que reza como 'del viejo, el consejo' y otros que hacen relación a la sabiduría de los ancianos.

-Sin embargo, esto no es un axioma. He conocido a muchos viejos que han pasado su vida y no han aprendido nada. Nada de nada.

Y tampoco estaba de acuerdo con esa creencia de que hay viejos que tenían el alma joven.

-Eso... ¿qué quiere decir?... ¿Acaso que son inteligentes?... ¿Que entienden los cambios de la sociedad?... ¿Que son clarividentes?... Bueno, pues si quieren decir esto, que lo digan. Pero, que tienen el alma joven... ¡Qué tontería! ¡El viejo es viejo! Y siente como viejo. Y piensa como viejo.

Seguro que se nos expresaría de este modo, más o menos, acerca de la vejez. Si la memoria no nos falla. Disco, como ya hemos dicho con anterioridad, que nos colocó, luego, muchas veces.

Lo recordamos sentado en una mesa, al lado de la ventana del bar El Pinar de Las Navas del Marqués, para combatir su claustrofobia y 'ver pasar al personal, como dicen en Madrid'. Veía el ir y venir de las gentes, contemplaba sus 'rostros biográficos' (según expresión de Da Vinci). Al respecto nos mostró sus observaciones de 'sociólogo mostrenco'.

-Me quedo mirando a esos jóvenes llevando varias prendas atadas a la cintura en pleno verano. Y me preguntó por qué. O colocadas sus gorras al reves, con la visera hacia atrás. Algunos me producen temor. Con esos gorros a lo yanqui...

Y el mismo se contestaba:

-Sobre esto de las costumbres he notado muchos cambios producidos. No se parece en nada la vida de ahora a la de mi juventud... He visto tantas vestimentas... No es de extrañar, claro; es que yo soy muy viejo... tan viejo que a veces creo que nadie es tan viejo como yo... ¡Cuántos seres queridos... cuántos amigos y conocidos han desaparecido!...

Al escucharle esta corta exclamación; corta pero que encerraba nostálgicas rememoraciones, siempre nos acordábamos, nosotros, de las palabras iniciales de Goethe en su magna obra 'Fausto'. Palabras, que en la traduccción de Cansinos Assens, son estas:

"De nuevo os acercáis, vacilantes figuras que os mostrastéis a la turbia mirada."

Y que, por cierto, Camilo Castelo Branco también las trascribe en el comienzo de su obra 'María de la Fuente':

"Ya volvéis, ¡oh figuras vacilantes,
que en otro tiempo solíais mostraros a mi turbia mirada!'.

Lamentamos no acordarnos del nombre del traductor portugués de estos versos.

En fin, ya regresas, ¡oh Eusebio García Luengo!, una y otra vez a nuestra memoria.

No hay comentarios: