lunes, 2 de julio de 2012

Ma Galio lee a Petros Márkaris


Obra: Con el agua al cuello
Autor: Petros Márkaris
Tusquets Editores SA
Barcelona, 2011
El señor Comandante del Puesto, Ma Galio, respetuoso hasta la exageración con las personas y con los lectores de elnaviero lamenta tener que suprimir la entrevista con Enrique. Se ha visto obligado, y que conste, por causas totalmente ajenas a él y a elnaviero.

De modo que ya no podrá el lector, potencial, acercarse a la humanidad de este trabajador de la hostelería, ni conocer sus inquietudes y anhelos, ni leer de sus angustias que la crisis provoca, ni de sus esperanzas y conformidades ante un futuro incierto.

Quien sabe lo que les ha molestado, a ciertos individuos, de sus palabras; tal vez aquello acerca de cómo el amor le impulsó a abrir su bar; quizás les ha debido incordiar que se declarara neutral políticamente; o posiblemente que afirmara que no podía bajar los precios de las consumiciones; Ma Galio piensa que, a lo mejor, fue su declaración de que lleva varios años sin ganar un duro; o que su vida se desenvuelve casi toda entre las cuatro paredes de su establecimiento; o no les gustó que constatara que va del trabajo a casa y de casa al trabajo; o que hace años que no ve el campo; o puestos a reflexionar, se dice el Comandante del Puesto, sobre lo que les pudo molestar, de lo dicho por Enrique, puede ser que estuviera en la afirmación de que ha estado toda su vida trabajando desde muy joven de albañil, panadero... En fin, quien sabe lo que les sentó mal del oscuro porvenir de un trabajador... lo mas seguro es porque abrió la boca.
Un futuro muy oscuro para muchos. En particular para los griegos que están con el agua al cuello. Y así titula, ’Con el agua al cuello’, Petros Márkaris, su novela de muy reciente publicación y que Ma Galio ha nombrado aquí en varias ocasiones.
Con el agua al cuello, o con la soga, o pendientes de un hilo, o en el filo de la navaja... o, como poco, muy apretados los cinturones.
Aunque no blandiendo sables o espadas o catanas, por venganza.

Eso si, decapitando cabezas, hay alguien, no se sabe quien, en Atenas. Quizás como salida individual a la crisis. Y Kostas Jaritos, el policía griego inventado por el escritor, en medio de esa crisis angustiosa, desarrollando sus pesquisas, investigando, en busca del degollador. Sorteando calles cortadas, metido en embotellamientos producidos por manifestantes de muy diversos colectivos; quienes, con el agua al cuello, o con la soga, o pendientes de un hilo, o en el filo de la navaja, están hasta... hasta los mismísimos cojones -si, hasta los cojones, le gusta repetir a Ma Galio- y tratan de responder a la agresión de los poderes político económicos.

Pero, claro, el pueblo griego no se dedica, yendo por ahí, cercenando molondras; como el asesino que trae de cabeza a Jaritos, quien lo busca para llevarlo al trullo. ¿Asesino, vengador o justiciero? -no se sabe muy bien- que compagina el degüello con la agitación antibancaria, con la perturbación social por medio de pegatinas y anuncios en la prensa diaria. Táctica que le granjea simpatías entre el maltratado pueblo griego.

Y las autoridades presionan a la policía para que obtenga pronto resultados tangibles. Los banqueros se ponen nerviosos. Azuzan a la cúpula policial -Jaritos es invitado a la reunión- para que descubra y aprisione al descabezador de directores de bancos y otros especímenes, asesinados, de similares profesiones.

En este ambiente se desarrolla la novela de Petros Márkaris’Con el agua al cuello’. Novela que un amigo recomendó a Ma Galio y que pidió en la Librería Lázaro a su dueña Mariluz.

Novela policiaca o negra o detectivesca en cuyo desarrollo vemos a un poli en su vida profesional y familiar; intercalando ambas caras para, supone el guardia civil, hacérnoslo mas cercano.

Quizás sea muy exagerado, pero muestra, así, que los zarpazos del Capital llegan hasta sectores antes inimaginable. Al menos visto desde España. Casi increíble para el Comandate del Puesto. Y desde luego surrealistas. Pero la narración está fechada: verano de 2010.

Si no es surrealista, disparatado, ¿qué puede ser eso que él ha contemplado (todos los españoles)?: a los policías zurrando obreros, jubilados, estudiantes, enfermeras... Que bien, que están cumpliendo con las órdenes... Pero, ¡por el amor de Dios!, que están padeciendo los apaleadores -según Petros Márkaris- parecidas estrecheces en la vida que los que protestan; por ejemplo, en las casas de los policías, la situación no es muy voyante que digamos; teniendo que dejar de estudiar sus hijos, los hijos de los polis, al no poder pagar sus padres las tasas de la universidad.

En fin, una novela de entretenimiento, -piensa Ma Galio- sin muchas complicaciones literarias, prácticamente lineal, pero que le acerca, un poco mas, al martirizado pueblo griego. Dando a los lectores españoles -reflexiona nuestro sabueso particular- una imagen de futuro que es casi presente; al que nos acercamos, como pueblo, a pasos agigantados. Y si no... al tiempo.

Novela con guiño, cree, de simpatía a la rebelión, al levantamiento, a la insumisión. Que no otra cosa es, en parte, la muerte de esos individuos relacionados con el dinero.

Y entonces, el guardia civil, piensa en su padre, obrero de almacén de vinos y que fuera militante sindical.

-Mejor que se haya muerto. Así no ve lo que está pasando. Ojos que no ven, corazón que no siente.

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