viernes, 5 de marzo de 2010

Stalin vuelve a Moscú

El proyecto de la alcaldía de Moscú de instalar carteles a la gloria de Joseph Stalin con motivo del 65º aniversario de la victoria sobre los nazis, ha reavivado en Rusia la polémica sobre el dirigente soviético. Dirigente que siempre ha estado presente en el alma del pueblo ruso a pesar de haber renegado de él los miembros dirigentes del Partido Comunista desde que Kruchev dirigió el XX Congreso del partido bolchevique que lo defenestró vilmente.

Diez carteles con el retrato de Stalin serán instalados “a petición de ex combatientes” en los lugares donde éstos se reúnen el 9 de mayo, entre ellos ante el teatro Bolshoi, en pleno centro de Moscú, precisó el jueves Vladimir Makarov, presidente del comité para la publicidad de la alcaldía de la capital.

El líder del Partido Comunista de Rusia, Guennadi Ziugánov, saludó la iniciativa de engalanar las calles de Moscú con el retrato del dirigente soviético Iósif Stalin e información sobre su papel en la II Guerra Mundial. Unas opiniones oportunistas de un dirigente que ve como las masas se apartan de ese partido que antaño hechó toneladas de mentiras sobre Stalin, el hombre de acero, y que, ahora, cuando las nuevas generaciones reivindican su memoria elevando a Stalin al pedestal de la gloria, quiere congraciarse con esas masas de rusos. No seremos nosotros quienes le neguemos a ese partido ruso el pan y la sal pero nos tememos que no habrá muchos quienes crean en la sinceridad de esas palabras cuando ellos fueron los que lo 'abajaron' hasta los infiernos del desprestigio.

“Si las autoridades moscovitas toman esta decisión, no sólo será indiscutiblemente acertada, sino también valiente”, dijo ese dirigente sobre esta propuesta con motivo del 65 aniversario de la victoria sobre la Alemania nazi, que se celebra el próximo 9 de mayo.

Ziugánov agregó que de prosperar la iniciativa, por primera vez en los últimos 20 años las autoridades “dejarán de lado la hipocresía de felicitar a los rusos por la fiesta de la victoria olvidando nombrar al que fue el máximo dirigente de la URSS, bajo cuyo mando se logró ese triunfo”.

“Hay que ser honesto hasta el final y reconocer, informando de ello sobre todo a las generaciones más jóvenes, que esa gran victoria habría sido impensable sin Stalin (…) y la unidad del pueblo soviético”, subrayó la citada persona en declaraciones a la agencia Interfax.

Calificó de “absoluto disparate” las afirmaciones de que precisamente Stalin fue culpable de que las pérdidas humanas de la Unión Soviética superaran con creces las bajas de la Alemania nazi.

“Las afirmaciones de que sacrificamos en la guerra la vida de 27 millones de ciudadanos soviéticos, mientras que en el caso alemán fueron menos, es un absoluto disparate”, señaló.

Agregó que “las bajas en los ejércitos alemán y soviético fueron equiparables en cuanto a su dimensión”.

“Muchos millones de los nuestros, civiles, fueron aniquilados precisamente por los fascistas”, subrayó.

Señaló que todas las actividades de los militantes de su partido con motivo del 65 aniversario de la victoria reflejarán el papel del líder soviético e indicó que está preparando un ensayo que lleva por título “La época de Stalin en cifras: hechos y conclusiones”. Por su parte, el jefe de la Duma o Cámara de Diputados de Rusia y líder del partido oficialista Rusia Unida, Borís Grizlov, se expresó en contra de la iniciativa del comité publicitario de la capital de instalar vallas informativas sobre Stalin. “Podemos decir, por los resultados de la Gran Guerra Patria (como denominan los rusos al período de la II Guerra Mundial entre 1941 y 1945), que el ganador no fue Stalin, sino el pueblo”, afirmó.

Según Grizlov, en este sentido habría que hablar del papel de todo el pueblo, de los veteranos, que forjaron la victoria.

“No es posible enmendar el ambiguo papel de Stalin en la vida de nuestro país”, subrayó.
 
La polémica está servida para el bien de la verdad, de la historia y de los revolucionarios del mundo que en estos momentos necesitan un partido así de disciplinado, con disciplina bolchevique, pero libre de rebabas sectarias.

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