viernes, 25 de abril de 2008

Palabras en el homenaje a José Mª Sánchez Hernández

Hola Yolanda, como te dije esta mañana, a esa hora no podemos ir. Y lo sentimos. A mi esposa, además, le cuesta ahora andar porque tiene dolores en el pie derecho. De modo que todo se une para impedir asistir a ese justo homenaje a un buen hombre, compañero amable, amigo sin tacha y camarada donde los haya. Comunicárselo a su mujer e hijo.


He escrito estas palabras que van a continuación por si consideráis oportuno leerlas:


"Cuando José Luis, el compañero de CCOO, me comunicó por teléfono la noticia de su muerte se me puso un nudo en la gargante y no supe qué decir.
Ahora, si, ahora quiero decirte unas cosas, José Mª Sánches Hernández, amigo, compañero, camarada (así me llamabas, porque lo éramos por encima de siglas, de partidos, de bandos, de banderías vividoras de política), José Mª Sánchez Hernández, sentías, sentíamos, como una bofetada en el rostro las injusticias del mundo.

Tú intentaste paliar el sufrimiento, poner un grano de arena en pos de la felicidad de los pueblos, a tu manera. Te comprometiste con la clase obrera y los pueblos oprimidos. Y por eso en tu casa disfrutaron algunos niños saharauis a los que acogiste durante años; eras un hombre solidario; un hombre hospitalario; a mi también me acogiste; me diste hospitalidad; y no solo eso, cuando llegué de lejos me ayudaste, me aconsejaste, me acompañaste para que no caminara como un extraño; y cuando me vi solo ante la represión del Director Provincial, tú, con otros compañeros de CCOO (no todos, sería una exageración por mi parte), me arropaste; también estuviste a mi lado cuando los inspectores, de la alta inspección del estado, acudieron a interrogarme; por último, cuando la depresión me hundió, durante un tiempo, en un pozo oscuro, me llamabas por teléfono, casi diariamente, animándome a seguir, a no dejarme derrotar; a seguir luchando.

Ahora amigo, compañero, camarada... ya no vendrás nunca, jamás, a visitarme, a ayudarme, a aconsejarme, a animarme... porque la Muerte, la Gran Hija de los Dioses, vestida de negro o de blanco, desmoralizadora siempre, con su guadaña llegó y sin piedad alguna, te llevó.

¡Qué pena, madre, qué pena! Porque la primavera venía cortando trozos de hielo. Dejando asomar tímidamente las flores. ¡Qué pena, madre, qué pena! Porque el 14 de Abril se acercaba. Y el Primero de Mayo estaba, con sus rojas banderas, a la vuelta del último recodo, con sus rojas banderas de dignidad y de combate. ¡Qué pena, madre, qué pena!...

Pero no te has ido amigo, compañero, camarada, permanecerás en el recuerdo para derrota de esa Gran Hija de los Dioses, porque este homenaje es un arma contra 'el olvido oxidado que todo lo entierra'.

Ya el 14 de Abril grité en tu honor un ¡Viva la República! Y el 1º de Mayo, sus rojas banderas de dignidad y de combate flamearán en tu recuerdo. Y ahora, amigo, compañero, camarada, José Mª Sánchez Hernández, ya lo escribió otro camarada en una oda, el camarada Pablo Neruda: 'Y ahora /te lo digo /y me lo digo:/hermano, hermana,/espera,/estoy seguro:'/No nos olvidará la primavera.'


...


Me comunicaron la noticia de su muerte cuando leía un poema de Thomas Rahandraha titulado El Poeta que termina de la siguiente manera y os lo pongo aquí como notas de un recuerdo final para el amigo, compañero, camarada...


"hablarás
a ellos también, le dirigirás la palabra
hasta los confines de mares y noches
para que venga el alba, para que brote el día
y que de nuevo para ellos
fluyan cánticos nuestras fontanas
y manen savia nuestros bosques
para que estériles o feraces
nuestras montañas sean
para que la tierra sea
y fervor nuestros anhelos
y lealtad nuestros corazones
y hombres nuestros varones
tu ser es palabra que reconcilia con la vida
habla..."




No hay comentarios: